Qué pasa cuando acuden a urgencias
Las Urgencias de Madrid reciben cada día a entre cinco y ocho personas que han intentado suicidarse. Los profesionales que las atienden evalúan el nivel de riesgo, ordenando su hospitalización en los casos más graves, para después continuar con tratamiento ambulatorio. Sin embargo, resulta imprescindible una "mejora de la calidad asistencial de la red de salud mental", a juicio de Calcedo y de los profesionales consultados.
Los psiquiatras coinciden en que la falta de recursos impide el seguimiento de buena parte de los casos. Reclaman más residencias, asistencia domiciliaria y atención psicológica. Muchas familias se ven desbordadas al tener que hacerse cargo de personas que habitualmente aprovechan el mínimo descuido para intentar quitarse la vida. La danesa Lone Scherfig lo retrató muy bien en 2002 en la película 'Wilbur se quiere suicidar'.
El Hospital Rodríguez Lafora plantea un cambio de modelo en el tratamiento de pacientes de TLP, los más proclives a intentar suicidarse, y por tanto "grandes consumidores de recursos sanitarios", según explica el doctor Cañas. "El TLP es una situación de inestabilidad emocional, una anomalía en el desarrollo de la manera de ser de una persona. Hay factores, como las crisis emocionales, que propician que una personalidad ya anómala se descompense y dé lugar a conductas impulsivas y autodestructivas", añade
El programa hace al paciente copartícipe del tratamiento, de modo que firma un contrato en el que se compromete con el proceso, que incluye seis meses de internamiento, y seis de seguimiento ambulatorio intensivo, que harían la función de "puente" hacia la vida normal. Durante este periodo, los pacientes reciben un tratamiento multidisciplinar orientado a cambiar "su modo de funcionar", quedando claro que "el tratamiento es el inicio del camino, no la solución", añade Cañas.
El sociólogo Juan Carlos Pérez, por su parte, considera que existe un abuso de la terapia farmacológica. "Es como tratar una fractura con analgésicos: no se está yendo a la causa, sólo aplicando anestesia". Para Pérez, es imprescindible un abordaje multidisciplinar del suicidio, un tratamiento "que incluya educación, sanidad, política, medios de comunicación, el ámbito profesional, afectivo, familiar, las relaciones sociales... Es un problema que afecta a todos", concluye.
¿Qué hay de los que quedan?
"Del suicidio no se habla", dice rotundo Juan Carlos Pérez. Y sabe de lo que habla. Su padre se quitó la vida, dejándole doblemente huérfano: por serlo y por no poder hablar de ello. Cuando su padre murió, el silencio llenó todos los rincones y, con ello, se agrandó el sentimiento de culpa e incomprensión. Por eso, decidió estudiar el tema, y plasmó su reflexión en 'La mirada del suicida. El enigma y el estigma'.
En él repasa, entre otros aspectos, la evolución de la consideración del suicidio a través de la historia: un pecado, un delito, una deshonra para la familia, algo romántico con una áura mística, hasta su consideración como asunto de salud pública. Sin embargo, dice, "esa áura permanece. Sigue siendo un tabú, algo maldito e innombrable".
Además de sociólogo, Juan Carlos Pérez es periodista. Recuerda que en las facultades de Comunicación se enseña que el suicidio no es noticia. "Es en cierto modo correcto, no es noticia cada caso individual, no se debe informar de métodos o detalles. Pero es también un error: sí se debe hablar del fenómeno social que supone el suicidio. En España muere más gente por suicidio que por accidentes de tráfico".
Por eso, continúa con su cruzada. Quiere que se hable del tema. Y que el 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, no pase sin pena ni gloria en los medios. Este año, gracias a su empeño, el asunto se 'coló' en la prensa. El principio de un largo camino.
Final
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/1...319712105.html