La lágrima tiene propiedades ópticas, lubricantes y de defensas del ojo. Es por eso que cuando hay disminución de la producción o exceso de evaporación, se producen síntomas visuales, de daño de la superficie ocular y predismposición a infecciones.

La lágrima forma, sobre la superficie ocular, una película homogénea que es mantenida gracias al parpadeo constante. Si se deja de parpadear la película se rompe y la visión se vuelve borrosa. El parpadeo redistribuye la lágrima y forma nuevamente la película. Cuando la lágrima tiene alteraciones en cantidad o calidad, esta película se rompe antes del parpadeo normal, apareciendo en primera instancia el “empañamiento de la visión” que mejora con el parpadeo. Este es el primer síntoma del ojo seco y es muy frecuente entre usuarios de computadoras y lentes de contacto.


Si la película lagrimal está alterada en forma contínua, la superficie externa del ojo se lastima por falta de lubricación. La queratitis o inflamación corneal resultante se manifiesta como un punteado fino en la superficie ocular al teñirla con amarillo flúor y observar con luz

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