El caso es que a mí el sabor de los huevos ni siquiera me gusta especialmente; es más, los consumo con cierta repulsión por todos los motivos mencionados: el saber de dónde provienen, su imagen, su olor; el único placer que experimento es acallar la "llamada". Por ponerte un ejemplo, el chocolate me encanta, pero no tengo problemas en dejar de comerlo; algunos frutos secos me enganchan brutalmente y lo mismo. Estos alimentos los he dejado, por otros motivos, sin problema alguno, de un día para otro.
Ahora bien, teniendo claro que no es cuestión de nutrientes (¿qué hay de las proteínas, por cierto? sé que con una alimentación vegetariana se obtienen de sobra, pero la mía es paupérrima ¿puede estar relacionado?), que la necesidad no es física, creo que no tendré problemas en dejarlos definitivamente.