Alicia no es de las que adoran los pañales. A veces nos arma un cristo que no veas al cambiarla, pero del orinal no quiere ni oír hablar. Tiene el orinal que usaba su padre (los abuelos lo guardan todo), de plástico verde claro y bastante feúcho, la verdad, y además uno de esos adaptadores de water, también heredado, que casualmente es de su color favorito. Pues se niega a sentarse en ninguno ni siquiera vestida... Otra de las batallas perdidas es la de la caca: puede llevar la plasta puesta un montón de tiempo sin quejarse y claro, el culo se le irrita un montón. Normalmente la descubrimos por el olor, pero el otro día en el parque no nos dimos cuenta y ahora lleva el culo como una samfaina...