Eduard Punset: ¿Cuándo dirías que un determinado comportamiento es inteligente?
John Bonner: No soy muy aficionado a definir las cosas porque supone poner límites estrechos a las mismas, y además no todo entra dentro de esa definición. Sin embargo cualquiera que sea lo inteligencia –tanto si es animal o humana– es realmente un continuo. Tenemos animales que son muy limitados en lo que pueden hacer y pensar, y luego pasamos, de manera muy progresiva, a cerebros mucho más complicados. Visto de esta manera resulta muy difícil definir la inteligencia.
Eduard Punset: Entonces, es una cuestión de grado y no realmente una diferencia cualitativa. Quiero decir, nosotros somos inteligentes y el resto de los animales no lo son: obviamente ese no es tu punto de vista.
John Bonner: Sí, y el mismo argumento se aplica a la conciencia. Existe esa gran pregunta de si sólo los seres humanos pueden ser conscientes. Un viejo amigo mío, Donald Griffin –un biólogo muy importante– ha estado planteándose esta cuestión: ¿cómo sabemos que los animales no son conscientes? Y él tiene muchos ejemplos que realmente invitan a preguntarse la posibilidad de que tengan algún tipo de conciencia: quizá es diferente de la nuestra, pero es conciencia de si mismos.
Eduard Punset: Conciencia de si mismos y capacidad de pensar cómo actúan los demás.
John Bonner: Son conscientes de que se comportan de una cierta manera, de que tienen un tipo de comportamiento.
Eduard Punset: Entonces ¿existe una diferencia entre la cultura humana y la de los animales? ¿Es también un continuo?
John Bonner: Según la manera en que yo defino la cultura, se trata de un continuo. Pero la cultura se puede definir de tal manera que podamos decir que es algo que sólo los seres humanos pueden poseer. Y hay muchos antropólogos que adoptan esta posición. Si definimos la cultura como la transmisión de información de un individuo al otro por el comportamiento, es cierta tanto para los animales inferiores como para los seres humanos. Pero dicha definición pone furiosos a los antropólogos culturales, porque a ellos les gusta definirla en términos de civilización y todo tipo de cosas que están relacionadas exclusivamente con los seres humanos.
Eduard Punset: Una idea que constituye tu pensamiento es la de que un organismo no es un adulto ni un niño, sino que un organismo es un ciclo vital ¿Qué quieres decir?
John Bonner: El uso de la palabra persona, o del nombre de una persona, Edward, siempre nos hace pensar en esa persona como un adulto, o en esa persona en un preciso momento de su vida, siempre es un pequeño período de tiempo. Pero un embrión es la misma persona, y también lo es un huevo fertilizado. Por tanto, es realmente incorrecto aislar un único periodo de tiempo. Aunque es muy útil porque, por ejemplo, si estoy hablando contigo, no quiero pensar en ti como alguien que ha pasado por todo un ciclo de vida; por otra parte, eso es lo que somos.
Eduard Punset: Volvamos a la cuestión de la inteligencia y qué es lo que marca la diferencia -si es que hay alguna- entre los animales y los seres humanos. Uno diría que algo en lo que un perro o un gato no pueden vencerme es en el arte, quiero decir el pensamiento artístico ¿Cómo se desarrolló este pensamiento artístico? ¿En qué punto de la evolución se hizo esto realidad?
John Bonner: En este último siglo tenemos este complejo de que los animales no tienen ningún sentido de la belleza y pensamos que es algo puramente humano. Sin embargo, en el siglo XIX los victorianos hablaban de animales que tenían un bello plumaje, unos colores muy bonitos, porque los admiraban, y para ellos tenían algún tipo de sentido artístico. Esto se convirtió en un punto de vista terriblemente impopular y de hecho fue objeto de burla; y luego, en este siglo, se volvió a los pájaros. Se observó que en el caso de las aves del paraíso, el macho tenía un plumaje increíblemente complejo y bello, que usaba en el cortejo para atraer a la hembra; pero hay un ave estrechamente relacionada, llamada el pájaro bower, una rama que evolucionó no hace demasiado tiempo en la familia de las aves del paraíso. Los pájaros bower, son pájaros de aspecto muy vulgar, así que cuando los machos quieren aparejarse, construyen una estructura muy elaborada que decoran con frutas del bosque y luego ponen conchas y todo tipo de cosas con colores vistosos como los de las plumas.
Eduard Punset: Como una especie de alcoba nupcial.
John Bonner: Exacto, y de hecho la palabra “bower” –que es una palabra victoriana–, significa “estancia del amor”; porque los victorianos pensaban que su propósito era el de cortejar a la hembra, y ahora vuelve de nuevo esa manera de referirse a ello. Lo interesante es que parece muy probable que en la evolución, cuando se separaron estas aves, un grupo se llevó los colores brillantes. Pero hay ciertas desventajas en ello, porque no cabe duda de que los machos de colores brillantes son una presa fácil para los depredadores; pero en el caso de los bowers no tiene el riesgo de ser devorados. Es la alcoba nupcial, el bower, lo que es brillante y lleno de color, no el ave misma. Como ya he dicho antes, estoy a favor de la idea de que todo constituye un continuo, de modo que mi opinión es que en efecto las aves poseen algún tipo de sentido artístico; puede que no sea como el nuestro, pero también es muy posible que haya partes del cerebro de las aves que nosotros hemos retenido y que estén interesadas por el arte.
Eduard Punset: Y en nuestro caso ¿tiene el arte el mismo origen? En el caso de las aves parece ser que fue la selección sexual la que contribuyó principalmente a canalizar esa capacidad artística ¿Ocurrió igual con los seres humanos?
John Bonner: En muchas tribus, el adorno del cuerpo –los tatuajes, las cicatrices, y todo tipo de adornos caprichosos– guarda relación con la selección sexual. Pero esto no es genético, sino que se hace siguiendo un propósito inteligente. Pero lo sorprendente es que en el período cromagnon se hicieron las pinturas rupestres más increíblemente bellas –muchas de las cuales se encuentran en España– y esto no parece tratarse de selección sexual. No está claro de qué se trata: presumiblemente es algo relacionado con la religión. Aunque lo cierto es que el hombre primitivo presenta una capacidad artística que es realmente impresionante y creo que es difícil mejorarla hoy en día.
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