Indignarse era el primer paso tras abrir los ojos y contemplar los acantilados donde nos está llevando una mal modelo de sociedad y quienes la conducen. Pero las reacciones tras la indignación pueden ser de distinta naturaleza, y de elegir bien depende el futuro de los movimientos de cambio y el éxito de sus demandas.
La vía de violencia, que al sistema le encantaría que tomáramos -incluso provocándolo- para desacreditar al activismo colectivo y para justificar contra-medidas, es un retroceso a niveles de conciencia que debemos precisamente dejar. En cambio, la vía pacífica, con firmeza y aplomo, puede convertirse en un arma de destrucción masiva de viejos paradigmas.
Fabián Cabrera, desde Chile, nos envía sus reflexiones en un momento en que todos los pueblos del mundo se están movilizando para cambiar las reglas de juego y el rumbo de todos…
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