No puedo estar más de acuerdo. Yo personalmente no necesito ese tipo de tácticas porque tengo la suficiente confianza en mí misma como para que no me afecten las opiniones que otros se forman sobre mí y la mano izquierda necesaria para desviar los ataques de este tipo con humor. Y, sobre todo, no me siento en la obligación de evangelizar. Hay personas que quieren abrir los ojos a otros planteamientos éticos, personas que llegarán allí y otros que nunca aceptarían llegar a ese punto. Me limito a dedicar mis esfuerzos a los dos primeros grupos si demuestran interés, el tercero es una batalla perdida que sólo puede traer infelicidad y malos rollos para todos los que participen en el juego.