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En el almacenamiento, preparación previa y cocinado
- Descongelación correcta. Consiste en descongelar la cantidad justa de alimento congelado (en un recipiente limpio e impermeable) en el frigorífico y consumirlo o cocinarlo en las siguientes 24 horas. Es la manera segura de que el alimento recupere su aspecto, sabor y olor originales. Descongelar bajo el chorro de agua es una mala práctica, que además de derrochar agua, reduce la calidad gastronómica del producto ya que el cambio brusco y rápido de temperatura afecta a las condiciones organolépticas del alimento.
- Economizar al cocinar. Las ollas rápidas y a presión suponen un ahorro sustancial de tiempo y de consumo energético. A su vez, si la cocina es eléctrica, se puede terminar la cocción de los alimentos al usar el calor residual de las placas. Incluso se puede planificar el menú para hacer dos cocciones en una; cocer pasta y cocinar en la misma olla una verdura con el vapor que se desprende. Además, para evitar despilfarrar energía, no se deben colocar recipientes pequeños en fuegos grandes sino todo lo contrario: para aprovechar al máximo la potencia calorífica conviene emplear menaje con un diámetro más pequeño que el del fuego.
- Uso responsable del agua. La mayoría de las manipulaciones culinarias requieren el uso del agua, por lo que es conveniente tomar conciencia y poner en práctica medidas para ahorrar este bien indispensable. Destinar la cantidad precisa para limpiar los vegetales, utilizar el agua en su justa medida para cocinar o reutilizar los caldos para hacer otros platos son buenos hábitos. La eficiencia en la gestión del agua también se ha de aplicar al resto de tareas domésticas: usar el lavavajillas en lugar de fregar a mano, evitar goteos o arreglar rápido las fugas.
- Correcto almacenamiento. Mantener en orden los alimentos almacenados en el frigorífico, el congelador o la despensa, y la adecuada rotación de los bienes son prácticas que aseguran que el aprovechamiento de los productos sea máximo y antes de su fecha de caducidad o consumo preferente.
En la eliminación de los residuos:
- Restos de comida para hacer compostaje. Los más conocidos y abundantes son las pieles de fruta y los restos de hortalizas y verduras. Pero la lista de residuos orgánicos que sirven para hacer "compost" es numerosa: posos de café y sus filtros, bolsas de té, servilletas de papel usado, cajas de cartón (en trozos pequeños), bolsas, platos y toallas de papel, restos de pan, pizza, pasta y arroz cocidos, galletas, cereales, bolsas de celofán (no de plástico), cáscaras de frutos secos (a excepción de las de nuez), queso enmohecido, helado derretido... .
- Reciclar el aceite doméstico usado en frituras y asados, el de alimentos enlatados... Con esta sencilla acción se evita el alto poder contaminante de este residuo, y sirve para elaborar productos ecológicos como biodiesel o jabones. Cada vez son más los municipios que disponen de contenedores o puntos limpios, sistemas de recogida del aceite usado para su reciclaje posterior.
- Reciclar la basura. Como un hábito cotidiano hay que separar los materiales de la basura: orgánicos, papel y cartón, vidrio y restos de envases (plásticos, latas, bricks). Desde la industria alimentaria, una línea de acción puede ir encaminada a la producción de alimentos sin tanto embalaje. A título individual, además de optar por esta elección, lo idóneo es reciclar los envoltorios mientras se sigan adquiriendo alimentos envasados.
http://revista.consumer.es/web/es/20...cion/75934.php