Me refiero, antes que mis gustos personales o mis necesidades, está la Ley de Murphy. Esa que hace que no te apetezca liarte con el tío que está coladito por tus huesos, o que ese tío por el que babeas te considere poco más que un protozoo.
Vamos, que por mucho que tenga claro lo que quiero, no por ello se me aparece mágicamente delante de mis narices Sino ahora mismo estarían picándome en la puerta