Se coge un wok, se le echa media cucharada de aceite de sésamo, se rehogan col lombarda y zanahoria cortadas las dos a tiritas finas (o como os dé la gana), con una pizca de sal y un poco de ajo y cebolla en polvo. Aparte, se cuecen unos noodles. Cuando esté todo rehogadito, se añaden los noodles escurridos, un chorreón de salsa de soja y unas semillas de sésamo machacadas en el mortero.
Eso es lo que yo voy a cenar hoy y me muero de hambre ahora mismo nada más que de pensarlo.