En otras ocasiones se presentan argumentos como el que sostiene que solamente los miembros de una cierta especie (o especies) tienen ciertas capacidades que serían supuestamente relevantes. Así, se indica a menudo que solamente los humanos pueden poseer un lenguaje, capacidades cognitivas, posibilidad de asumir responsabilidades, etc. O se dice que los seres humanos tenemos ciertas relaciones privilegiadas entre nosotros (de simpatía, solidaridad, afecto, etcétera). Estas posiciones dejan de lado el hecho de que muchos seres humanos, como los niños pequeños o aquellos con diversidad funcional intelectual significativa, tampoco poseen las capacidades indicadas. Y también hay muchos seres humanos (los esclavos, los desposeídos, niños huérfanos de la calle, etc.) con quienes nadie tiene una relación de simpatía o afecto. De modo que conforme a estos argumentos, la discriminación y explotación de estos seres humanos estará también justificada. Esto puede servirnos para considerar que, realmente, no estamos ante argumentos sólidos. Y el motivo por el que esto sería así es que no apuntan a las razones relevantes por las que hemos de respetar a los demás. Podríamos, así, formular el siguiente argumento:
- Toda exclusión moral justificada debe ser trazada de acuerdo con un criterio relevante para ella.
- La satisfacción de un cierto criterio C (donde C podrá significar, entre otros requisitos, la posesión de ciertas capacidades cognitivas, lingüísticas o relativas a la posibilidad de tener deberes, o circunstancias como el hecho de tener vínculos emocionales con nosotros, de encontrarse en una situación de poder o de tener frecuentes ocasiones de interactuar con nosotros) no determina que alguien pueda sufrir un daño o disfrutar de un beneficio.
- Por lo tanto, en aquellas decisiones en las que lo que está en juego es que alguien pueda sufrir un daño o disfrutar de un beneficio, C no puede ser el criterio con respecto al cual una exclusión moralmente justificada ha de ser trazada.
En positivo, la formulación del argumento podría ser como sigue:
- Toda exclusión moral justificada debe ser trazada de acuerdo con un criterio relevante para ella.
- La capacidad de sufrir y/o disfrutar determina que alguien pueda sufrir un daño o disfrutar de un beneficio.
- Por lo tanto, en aquellas decisiones en las que lo que está en juego es que alguien pueda sufrir un daño o disfrutar de un beneficio una diferenciación moralmente justificada ha de trazarse adoptando como criterio la capacidad de sufrir y/o disfrutar.
4. ¿Qué opinión le merece la postura que defiende Peter Singer, en una respuesta al primatólogo Frans de Waal (8), acerca de que deberíamos hablar más de “obligaciones” hacia los animales, en lugar de “derechos animales” propiamente? Singer se refería a que, “hablando como filósofo” más que como activista, el lenguaje de los derechos le parecía insatisfactorio. ¿Existe también en su caso esta divergencia entre el “activista” y el “filósofo”?
Para aclarar la cuestión hay que tener en cuenta que hay una distinción entre derechos en un sentido moral y derechos en un sentido legal.
Hay controversia a nivel legal sobre qué es un derecho legal, y qué significa tener derechos en este sentido. Conforme a una interpretación que asumen numerosos teóricos, uno no puede tener derechos si no tiene el derecho básico a poseerse a sí mismo. De este modo, ser un recurso, una propiedad, es incompatible con tener derechos. Así, cuando se reclama derechos legales para los animales no humanos, lo que se reclama es el fin de su uso actual como recursos.
Esta es una reivindicación fundamental del movimiento antiespecista, y es algo que se puede defender desde toda una serie de teorías éticas, incluidas aquellas que no asumen la existencia de derechos en un sentido puramente moral, y defienden que nuestras obligaciones hacia los demás deben formularse en otros términos. Esto es lo que sucede en el caso de Singer. Este no defiende una posición ética formulada en términos de derechos morales, si bien ello no le impide reivindicar derechos legales para los animales sintientes en un contexto como el presente.
Por otra parte, hay que considerar que la gente usa a veces el término ‘derecho’ como sinónimo de ‘consideración moral’. Así, dice “X tiene derechos” para referir “debemos respetar a X”. Es a esto a lo que se refiere Singer en el caso apuntado en la pregunta.
En mi caso concreto, por supuesto defiendo el reconocimiento de derechos legales para los animales y su consideración moral. Mi posición en ética se opone a la de Singer, pero también a la de los derechos, pues soy un defensor del igualitarismo (9).
5. ¿El trabajo de qué filósofo o investigador deberíamos seguir hoy en día para comprender mejor la ética animal? ¿Hay alguna área científica de investigación en particular (en neurociencia, psicología, etología, etc.) que le parezca especialmente sensible para su trabajo?
El ámbito en el que trabajo, la ética animal, constituye una disciplina que se está construyendo colectivamente. Creo que a día de hoy deberíamos prestar atención a las contribuciones de todos aquellos y aquellas que están poniendo su grano de arena en su desarrollo, más que a las aportaciones concretas de alguien en particular.
En cuanto a las disciplinas de interés, podemos decir que por una parte la filosofía moral nos proporciona las bases para considerar la cuestión. Esto resulta claro. Por otra parte, existen también otras disciplinas que en el futuro van a hacer aportaciones fundamentales para la cuestión (aunque su interés para mi trabajo en concreto sea menor).
Por una parte, para la ética animal resulta de gran importancia la cuestión que podríamos denominar como la “pregunta del millón” de nuestros tiempos, el descubrimiento de cuáles son los mecanismos causales materiales que ocasionan que tengamos experiencias fenoménicas. El motivo es, obviamente, que una vez concluimos que los animales no humanos han de ser respetados porque son sintientes, hemos de pasar a saber qué seres son sintientes. Sabemos que para ser sintiente hay que poseer un sistema nervioso central. Pero no sabemos si hay animales con un sistema nervioso central que no sean sintientes. Y esta cuestión no se terminará de resolver mientras no sepamos cuál es el mecanismo por el cual una estructura material como un sistema nervioso posibilita el surgimiento de la consciencia.
De todos modos, no parece en principio que, ocurra lo que ocurra, ninguna de las personas que estamos aquí vamos a seguir con vida cuando se solucione la “cuestión difícil” de la consciencia a la que arriba me he referido. Y ello si es que efectivamente resulta posible solucionarla algún día (y no tiene razón el escéptico Colin McGinn –quien, por cierto es un defensor de la consideración moral de los animales–). De forma que, por ahora, la neurociencia (junto con otras ciencias cognitivas) no van a aclararnos las cosas de forma determinante.
Por otra parte, me temo que quienes investiguen estos temas no tendrán reparos en utilizar animales no humanos como herramientas de laboratorio, aun cuando la mayoría de nosotros y nosotras no vería aceptable matar seres humanos para solucionar este problema. Considero que esto no es moralmente aceptable, por las razones indicadas en la pregunta tercera. Así que preferiría que esta cuestión tardase más en ser aclarada a que se sacrifique a inocentes.
Otros estudios muy diferentes en cuyo desarrollo tengo mucho interés, aun cuando no se hayan constituido aun como una disciplina como tal, son aquellos acerca de los que Yew-Kwang Ng (a quien ya me he referido antes) ha llamado la biología del bienestar. Estos son los que se ocupan de la clase de vida que llevan los animales en lo que toca a su sufrimiento y/o felicidad. El motivo es el siguiente. A día de hoy se interviene de múltiples formas en la naturaleza con fines de tipo antropocéntrico o ecologista. Esto supone comúnmente causar enormes daños a los animales. Sería posible, sin embargo, plantear un modo distinto de actuar, conforme al cual los objetivos últimos que guiasen nuestra acción no fuesen de carácter ni antropocéntrico ni ecologista. Serían objetivos no consistentes en la conservación de un cierto tipo de ecosistema o de especie, sino en la reducción de los daños que padecen los animales (10). Para ello resulta necesario investigar mucho más esta cuestión, y adquirir unos conocimientos lo más vastos posibles de esta.
Muchas gracias a por esta entrevista y, sobre todo, ¡enhorabuena por el blog!