Creo recordar que cuando era niño las fiestas de las navidades solían empezar el día 23, con las vacaciones, la llegada a casa de parientes y el ambiente de invierno y el ceremonioso "poner el Belén".
No es que en mi casa se celebraran mucho pero eran fiestas religiosas, familiares y plenamente dedicadas a los más peques con todo el misterio de los reyes magos que dejaban alguna cosa.
Recuerdo el olor a leña y en la tele al abuelo de la gran familia gritando desesperado por la Plaza Mayor eso de: "CHEEEEEEENCHO".
Esas navidades son entrañables y ojalá las conserve quien las tenga y las recupere quien las ha perdido.
Hace dos semanas me encontré con las primeras bolas de navidad en las estanterías de un centro comercial. Estaban en una estantería de esas arrinconadas, pero estaban.
Poco a poco, en estas dos semanas, ya me he encontrado la primera avanzadilla de los turrones, los mazapanes y el espumillón junto a las calabazas y las caretas de monstruos de Halloween (cosa que tampoco termino de entender).
Año a año me saca de quicio los dos meses de navidades, villancicos en todos los sitios por los que pasas, lucecitas que cada vez dicen que consumen menos (un día la factura va a salir de devolver) y el derroche orientado a hacer infelices a los niños que no renuevan su "fondo de armario" año tras año y a los papás que no pueden hacerlo.
La wii ha terminado con la peonza y la caja de cartón tirada con una cuerda.
Cada año me salgo más del círculo comercial de las navidades pero "algo" toca y cae pero me jo.... no sé bien hasta qué punto.
Alex