Hace unos años trabajaba en un caserón centenario muy, muy, muy, grande igualito que el de psicosis en el que hacía el turno de noche. Durante el día en ese lugar entraba mucha gente no muy normal y con muy poco control. Afortunadamente en los cinco años que estuve allí yo sólo y por la noche no tuve ni un solo incidente que destacar. Nada paranormal, creo que tampoco nada demasiado normal, y de cuando en cuando algo subnormal, nada más.
He de decir que de siempre tuve la costumbre de moverme a oscuras por aquella casa porque las llaves de la luz siempre quedaban lejos y las distancias eran enormes. Con la luz que entraba de la farolas de la calle solía tener para orientarme.
En cuanto a lo de que nunca pasó nada, la excepción que confirma la norma es que una noche en la que salí de mi despacho para ir a baño al pasar por la puerta de otro despacho que tenía la puerta abierta tuve la clara sensación de escuchar respirar a alguien.
Me quedé clavado un momento y después fui a la cocina, cogí el cuchillo más grande que encontré y volví al despacho en cuestión. Me acerqué con tal sigilo que lo único que oía era la respiración y mis latidos a 100 por hora. Por el sonido el que respiraba debía estar justo en el sofá. Cuando estaba debajo del quicio de la puerta, entrando ya al despacho, se me pasaron por la mente muchas cosas, pensé que podría ser un compañero que se había quedado en el sofá del despacho dormido por la tarde, pensé que podía ser otro compañero que tenía un problema de alcoholismo, pensé que podría haber sido un indigente o desequilibrado que se había colado y pensé que antes de pegar una puñalada debía saber a quién se la pegaba y que debía de encender la luz pero la idea de perder la ventaja no me apetecía nada.
Todo ésto que pasó en mi cabeza en menos de un segundo, ese segundo me dio para recapacitar, la respiración que escuchaba me parecía "demasido regular" un "ciclo" muy perfecto y poco natural.
Encendí la luz.......................
y mierda....., era el transformador de las luces intermitentes de un árbol de navidad que aunque no estaba en ese despacho, el cable pasaba por ahí.
Me entró la risa, la desesperación y las ganas de estrangular que que puso el arbolito
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Alex