Pues sí, después de algo más de un mes lo he tirado. Lo tenía dentro de su campanita todo verde, mohoso y hecho polvo mientras me "desenganchaba" del queso, así, cada vez que me apetecía un poco tenía este desastre a la vista y se me quitaban las ganas... Cada uno usamos nuestros trucos. El caso es que creo que lo he conseguido, más de un més sin catarlo y ahora ya sin llamarme demasiado la atención. Aunque imagino que si me ponen delante una tabla de quesos tendré que hacer un gran esfuerzo pero, claro está, merece la pena!