Es muy simple. Lo único que tienes que hacer es dejar las semillas en remojo entre ocho y doce horas (aproximadamente 2 cucharadas de semillas por "vaso" que quieras hacer). También puedes hacerla sin remojar pero no queda tan "leche". Escurres las semillas, las pones en la batidora de jarra y añades un poco de agua (no toda), bates y vas añadiendo agua hasta conseguir la consistencia que te mole de la leche. Después lo cuelas con una bolsa y la pulpa que queda la puedes usar en otras recetas (hummus, por ejemplo).
A la leche resultante le puedes añadir cualquier endulzante de tu gusto un pelín de nuez moscada y vainilla para hacerte una bebida rica, rica.