Aseguran que la meditación calma los dolores crónicos
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La meditación es una de las técnicas de relajación más difundida y recomendada para enfrentar el extenuante ritmo de vida en este mundo moderno en constante cambio. Hasta no hace mucho tiempo, se vino difundiendo de la mano de los cultos orientales. Ahora que la ciencia ya ha develado algunos de sus secretos, también pasa a ser aliada de las prácticas de psicólogos y médicos.
Los adeptos que la practican pregonan que es un plan de evolución interior que conduce a la calma interior –una sensación de bienestar pleno que se contagia a los otros y nos ayuda a tener mejores relaciones sociales-, al tiempo que estimula el desarrollo de las facetas más sutiles del ser humano, aquéllas que están en contacto con el alma.
Durante años, se viene escuchando que el hábito diario de la práctica de meditación mejora la salud en los aspectos físico, psicológico, mental y espiritual. Hoy se sabe que lo logra a través de diversos mecanismos como la reducción de la ansiedad provocada por el estrés, el fortalecimiento del sistema inmunológico, el aumento del rendimiento intelectual y el alcance de un estado de conciencia más alerta, sereno y pleno.
De acuerdo con lo que relatan los instructores, los efectos benéficos de la meditación son fácilmente comprobables a través de la propia experiencia, al punto tal que los médicos y psicólogos que la conocen, no dudan en recomendarla, no sólo como técnica complementaria preventiva, sino también curativa y paliativa.
Investigaciones tradicionales
El advenimiento de la resonancia magnética funcional (RMF) le permitió a la ciencia tradicional observar qué pasa en el cerebro mientras medita. En un trabajo publicado en 2004 por la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, se revelaron los resultados de un estudio realizado por los neuropsiquiatras Antoine Lutz y Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, EE.UU. Vale acotar que dicho centro, a instancias del Dalai Lama, guía espiritual del Tíbet, viene trabajando con los monjes budistas más experimentados en el arte de la meditación desde 1992.
El estudio consistió en colocar una red de 256 sensores eléctricos en la cabeza de ocho de los monjes más duchos en la práctica y monitorear una sesión habitual de meditación. En todos los casos, se verificó una hiperactividad neuronal cerebral que brindaba testimonio de una hiper-oxigenación. Además, en aquéllos que habían meditado al menos unas 10 mil horas, se constató una gran actividad en la corteza pre-frontal izquierda. Paralelamente, en los mapeos cerebrales de los monjes se observó, también, una altísima amplitud de sus ondas Gamma, lo que se traduce en una mejor capacidad para prestar atención y aprender.
En trabajos anteriores, Davidson ya había descubierto mayor actividad de esa zona en las personas optimistas y poco ansiosas. Contrariamente, la gente ansiosa, angustiada y deprimida, había mostrado mayor actividad en la corteza prefrontal derecha y en la amígdala cerebral.
A partir de los resultados del citado estudio, Davidson teorizó acerca de que con la práctica de la meditación podría controlarse el estado de ánimo: al fortalecerse las neuronas ubicadas en un sector, se contrarrestaría o inhibirían las emociones perturbadoras que envía el otro, desde la amígdala cerebral, ese núcleo neuronal relacionado con las emociones del miedo y la agresión.
Además, Jon Kabat Zinn, médico y biólogo molecular y director de la Clínica para la Reducción del Estrés, comprobó un paralelo aumento de los anticuerpos al tiempo que los meditadores disminuían la ansiedad. Y observó una disminución de la reactividad de la amígdala cerebral. Fue entonces cuando Kabat Zinn fundó el Centro para la Atención Plena (Mindfulness), un lugar donde la línea terapéutica incluye la meditación. Allí se ofrece “un programa intensivo y auto-dirigido para aprender el arte de vivir conscientemente”, según las propias palabras de Kabat-Zinn.
Meditación
El psicólogo Martín Reynoso, representante de Mindfulness Argentina, quien dicta el programa de reducción del estrés en INECO (Instituto de Neurología Cognitiva) explica de qué se trata: “Mindfulness se traduce como un estado de atención plena. Es un tipo especial de atención modulada por la intención de comprender sin juzgar”. Y agrega que el propósito es conseguir una auto-regulación intencional de la atención momento a momento. “Si no, la mente siempre está vagando y no nos permite desenredarnos de nuestros propios pensamientos”, acota.
Según Reynoso, la respiración es un conector mente-cuerpo para alcanzar un estado de serenidad. “Y una mayor serenidad provoca un aumento de la comprensión de nuestra realidad. Asimismo, nos vuelve más curiosos y tenemos mayor apertura mental, a la par que desarrollamos la ecuanimidad, la compasión y la aceptación”, explica.
El experto sostiene que hay que ejercitarse para cambiar la percepción y el manejo de los estresores cotidianos a través de la atención. “Si se aprende a reconocer los estresores físicos (sensaciones) y los psíquicos (pensamientos, emociones), los dolores crónicos se atemperan”, asegura. Y alerta que todos los disparadores de esos síntomas están asociados a la emoción de enojo.
“Uno tiende a rechazar las emociones negativas. Mindfulness nos enseña a dejarlas fluir. Hay que aprender a aceptar, hay que comenzar a abrirnos en un espacio más amplio que no significa resignarnos”, aconseja.
Reynoso explicita que un estrés agudo es una relación entre el entorno y un sujeto, quien evalúa la situación como amenazante, desbordante de sus recursos y como algo que pone en peligro su bienestar.
“El problema no es el estresor en sí mismo, sino la forma en que lo percibimos y lo manejamos. Es ese pensamiento el que desencadena la reacción de estrés”, puntualiza. De allí, surge la necesidad de activar la respuesta de la relajación preventivamente. “Manejar la secuencia cardíaca, por ejemplo, tiene que ver con vivir más relajados”, concluye.
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