-¿Qué va a tomar Sr. Bond?
-Un martini con vodka. Mezclado, no agitado.
-No hay nadie mirando.
-Ah, pues café con leche y dos magdalenas. Y acércame el Marca, anda.
Ahí va un chiste largo:
Tres almas suben al cielo y San Pedro, que está en la puerta, les dice:
-No es por no dejaros entrar, pero es que aquí no cabe ni un alma..., bueno, una sí.
Las tres almas se miran entre sí con cara extrañada y dice una:
-Bueno, ¿y qué hacemos?
San Pedro le contesta:
-Yo lo que hago en estos casos es que cada alma me cuente cómo ha muerto, y la que haya muerto de la forma más increíble entra.
Va la primera alma y dice:
-Yo hacía tiempo que sospechaba que mi mujer me ponía los cuernos, y un día decidí llegar antes del trabajo para pillarles in fraganti. Incluso subí los 25 pisos a pie para que no me oyeran llegar. Cuál fue mi sorpresa cuando me encontré a mi mujer en pelota picada tumbada en la alfombra, y la muy p*rra me dijo que estaba haciendo gimnasia desnuda. Me empecé a cabrear y a buscar al hijo de p*ta que se la estaba tirando. En esto que oí cómo alguien estaba rascando en la ventana y me encontré a un tío colgado en la cornisa. Entonces cogí un bate de béisbol y le empecé a dar de hostias hasta que se soltó y cayó, pero el hijo de p*ta tuvo tanta suerte que cayó encima de un toldo y rebotó en unos arbustos y se salvó. Yo, desesperado, cogí la nevera y se la tiré, con tan mala suerte que el cable se me enredó en el pie y caí detrás de la nevera.
San Pedro, flipado, le hace salir y hace pasar a la siguiente alma:
-Yo era un limpiacristales con futuro y un día que estaba limpiando los cristales de las ventanas de un piso 26 se me rompió una cuerda del andamio y caí, pero conseguí agarrarme a la cornisa del piso de debajo. Empecé a dar golpecitos a la ventana para ver si alguien me podía ayudar. En esto que me salió un tío con los ojos rojos de ira y me empezó a dar de hostias con un bate de béisbol y a insultarme hasta que me caí. Menos mal que había un toldo que me hizo rebotar a unos arbustos. Cuando abrí los ojos vi cómo una nevera caía sobre mí con el tío detrás.
San Pedro, ya descojonado, le dice a la siguiente alma que pase, y que ya podía ser cojonuda su muerte, que lo tenía difícil para entrar.
-Pues me estaba tirando a la mujer de un amigo cuando apareció este y no se me ocurrió otro sitio para esconderme que la nevera...