Ayer estuvimos mi marido y yo en un evento un poco de pitiminí...de primero, ensalada con unas lonchas de salmón ahumado que disimuladamente pusimos en el plato de una amiga que venía con nosotros.
Hasta ahí bien. Alguna miradita del resto de comensales, pero nada más.
Ahora veo que empiezan a servir pollo con coulis de no sé qué...cuando vienen a la mesa, claro, le digo a la camarera que para nosotros no traiga pollo.
El resto de la mesa ya con ojillos de intriga...la camarera "¿es que no os gustaaaaaaaaaa? ¿no vais a comer naaaaaaaaaaaaaaaaaa?"
Nuestra amiga saltó "a ellos les traéis otra cosa, que son vegetarianos" (la pobre, si no llega a ser por ella, no comemos ná de ná).
Ya os podéis imaginar la batería de preguntas, agravadas además por mi evidente barrigoncia de embarazada: ¿y pescado tampoco? ¿y huevos tampoco? ¿y yogur? ¿y leche? ¿y el bebé? ¿y el médico qué dice?...pero vamos, sorprendentemente, las caras no eran de desaprobación...
En fin, mientras degustábamos el cous cous vegetal que nos trajeron gracias a nuestra amiga, íbamos cordialmente respondiendo a todo. La verdad es que las preguntas no me molestaron. La gente era educada y mostraba verdadero interés, con lo cual me quedé gratamente sorprendida
En fin, no sé si tendrá que ver que no había ni un solo español en la mesa, pero lo único incómod fue sentirnos el centro de atención de la mesa durante un buen rato...