Iniciado por
maestra Gaia
Hola! últimamente no he tenido mucho tiempo para pasar por aquí, creo que Vellocino me comprenderá muy bien...
Pues mi parto fue largo y algo duro, fueron 20 horas y el dolor me acabó irradiando a los riñones, esto fue un poco difícil de llevar. Pero en ningún momento hubo peligro para la nena ni para mí, y los profesionales que me atendieron junto al lugar y el modo en que parí fueron inmejorables. Todo el rato tuve completa libertad para moverme, andar, levantarme y, en fin, hacer lo que me daba la gana. En ningún momento estuve en una cama obstétrica, de hecho el paritorio no la tenía, era como la habitación de un hotel-spa, con la bañera, velas, incienso, y una cama bajita estilo japonés con un montón de cojines. Lo de la bañera fue como una especie de trance, una sensación super curiosa, cuando salí creía que habían pasado 15 minutos pero habían pasado casi 2 horas, y el agua caliente me ayudó mucho a dilatar. Finalmente, parí medio sentada medio en cuclillas con mis pies apoyados en las rodillas del ginecólogo. Nada de episiotomías, en este hospital se resisten a practicarlas a menos que sea estrictamente necesario. Tuve un pequeño desgarro natural del que ni me enteré, creo que sólo me dieron 4 o 5 puntos. Mi marido que estuvo a todo momento conmigo pudo cortar el cordón umbilical, y la nena nada más nacer la pusieron encima de mí, entonces me incliné hacia atrás y en seguida encontró la teta y se pusó a mamar ¡anda que no sabe la glotona!
Pero mi posparto ha sido menos bonito. He tenido grandes problemas con la lactancia: primero grietas, luego mastitis y finalmente hongos. Aún así, y aunque he estado a punto de agarrar el biberón muchas veces, he luchado por seguir dando pecho y parece que ahora se me empiezan a curar los pezones. Lo he pasado mal no sólo por el dolor sino emocionalmente, ya que me sentía como fallándole a mi hija. El rollo hormonal te juega muy malas pasadas, y yo no me he librado, me deprimí muchísimo. Poco a poco, y con ayuda de un grupo de lactancia, he ido superando todos estos obstáculos. Pero la lactancia, digan lo que digan, es dura. En muchas guías de lactancia te la pintan como algo super romántico y te hacen un poco pensar que hay que ser muy torpe para dar el pecho mal y que te duela. No es verdad: a la mayoría nos duele al principio hasta que el pezón se hace y aprendemos tanto nosotras como los bebés, porque ni ellos saben agarrarse bien a la teta al principio. Ahora que Gaia ya tiene casi un mes, voy viendo ya un poquito más de luz en todo esto y merece mucho la pena.