Germinados: alimentos con vida
Son semillas ricas en vitaminas, aminoácidos y minerales. Se toman en bocadillos o ensaladas
Teresa Rey, Bien - 01/02/2008
Aunque son habituales de las herboristerías o tiendas especializadas, hoy en día ya se pueden encontrar en cualquier supermercado de barrio. Su apariencia es llamativa, pues parecen raíces, y los más escrupulosos pueden presentar reparo al consumirlos, sólo por su aspecto. Estamos hablando de los alimentos germinados.
Pero, ¿qué es la germinación? La respuesta es muy sencilla "es el proceso por el cual una semilla se transforma en planta", explica a BIEN Jesús A. Cornejo, naturópata miembro de la Federación Española de Profesionales en Naturopatía (Fenaco). Durante esta transformación se producen una serie de reacciones químicas que modifican los hidratos y almidones de la semilla en gran cantidad de enzimas, vitaminas, aminoácidos y minerales, mucho más asimilables para el organismo humano, explica el naturópata.
En concreto, durante la germinación la calidad de las proteínas mejora y se convierten en aminoácidos esenciales, los carbohidratos se modifican en azúcares simples, las grasas en ácidos grasos y, además, se forma clorofila.
Todas estas cualidades hacen que los alimentos germinados constituyan una importante fuente de salud y energía. Sus propiedades nutricionales son múltiples y pueden variar dependiendo del germinado del cual estemos hablando, matiza Cornejo, "por ejemplo, el contenido de vitamina A de la soja es un 370 por ciento más alto a las 72 horas de germinación, mientras que la vitamina C del trigo aumenta en un 60 por ciento en los primeros días".
La utilización terapéutica de estos productos también está vinculada al tipo de germinado que se analice, "pero en líneas generales se pueden ingerir en estados de carencias de vitaminas y minerales, para la regulación del ácido-base del organismo, y dada su gran cantidad de enzimas, para molestias en el aparato digestivo, (gases, estreñimiento...)", dice el experto.
Las semillas que más se suelen germinar son las de los cereales y las leguminosas.
¿Cómo consumirlos?
Se pueden tomar crudos o ligeramente cocinados. Según Montse Vallory, profesional de alimentación natural, algunos especialistas aseguran que "los germinados no deberían consumirse crudos en demasía ya que pueden bajar las defensas, siendo recomendable saltearlos un minuto o darles un hervor de unos segundos, esto es, escaldarlos".
Hay varias formas de tomarlos: en ensaladas, bocadillos, tortillas o como un complemento para equilibrar las sopas.
Contraindicaciones
Hay grupos que deben abstenerse de probar estos alimentos. Cualquier persona que sea alérgica a alguno de los componentes de la semilla germinada o a la clorofila, las mujeres embarazadas y en época de lactancia, no son aptos para ingerirlos, dice el naturópata Cornejo.
En cuanto a los efectos secundarios pueden alterar el color de la orina y de las heces, "algo que tiene su origen en el gran poder desintoxicante que poseen los germinados".
Clases de germinados
Las semillas germinadas más frecuentes son las obtenidas a partir de cereales y leguminosas. Descubre las propiedades de las más consumidas:
Alfalfa: es rica en vitaminas A, B, C, E, G, K y en minerales como hierro, calcio, fósforo y azufre. Revitaliza el organismo.
Mostaza, berro y lino: tienen vitaminas A, B y C, además de calcio, azufre, fósforo, potasio y hierro. Se utilizan contra el estreñimiento.
Lentejas: destacan en vitamina B1, en hierro, cobre y zinc. Se emplean contra el estrés y para tonificar el cuerpo en épocas de agotamiento.
Soja: posee ácido fólico, vitamina B1, calcio, magnesio y hierro. Es útil contra la menopausia, la fatiga y los cambios de ánimo.
Guisantes: tiene vitamina B, magnesio, fósforo y zinc. Es adecuada para el crecimiento o la vista.
Haz alimentos germinados en casa
El proceso es muy sencillo, sólo hace falta un tarro de cristal, una gasa y una gomilla elástica
Los germinados bien producidos pueden ser los alimentos menos contaminados, eso sí siempre y cuando la germinación esté bien realizada. Para ello "hay que estar muy atentos a la condiciones ambientales (luz, humedad, temperatura)", puntualiza Cornejo.
El primer paso de este procedimiento consiste en poner las semillas en el tarro, después cubrirlas con agua, colocar la gasa en la boquilla del frasco y sujetarla con la gomilla elástica.
Las semillas han de permanecer en el agua durante ocho horas. Después se les quita el líquido y el tarro se ja inclinado en un lugar oscuro y templado. Han de permanecer húmedas, pero no mojadas y se han de enjuagar tres veces al día.
Pasados cuatro días, se tienen que poner al sol para que aumente la clorofila.
Al séptimo día ya están listas para comer. Hay que conservarlas en la nevera en un recipiente de cristal herméticamente cerrado.
http://www.estarbien.com/articulo.as...8&idart=322674