
Iniciado por
Alex
Una de las cosas que más me hiere en la vida es ver a gente que va fardando del montón de títulos que tiene y pensando que con eso ya hay que admirarle o darle la razón en todo.
Por el contrario tengo un amigo que tiene tres carreras y varios másters y si vieras la sencillez con la que va por la vida. Trabaja con gente, no en peligro de exclusión social, sino excluida ya socialmente, y hay que ver cómo habla con todos, como comparte su tiempo y su vida entera. Le adora todo el mundo porque sabe tratar con príncipes y con medigos.
Mi referencia, en cuanto a lo de la sabiduría, es mi abuela, que no es que no supiera leer, porque la mujer juntaba letras (za-pa-te-rí-a) y luego repetía en voz alta lo que había leído y lo comprendía (ah, zapatería) ; de las cuatro reglas recordaba dos (la suma y la resta). Puede que mi abuela sea una de las personas más inteligentes que he conocido en mi vida. La profundidad de pensamiento que tenía, no la tengo ni la tendré yo jamás.
Por otro lado, ella sabía de las cosas importantes de la vida: sabía de cariño, de amor, de cuidar su huerto, sus animales, a sus hijos, a su marido y a sus nietos, mucho más que a ella misma. Mi abuela era mucho más sabia que yo que no sé plantar un tomate, y que sin nevera no sabría que alimentos se estropean antes o después. Sabía encender fuego, manejar el candil, tejer la ropa, romper el hielo en invierno para lavar, hacer conserva, jabón, combatir muchas enfermedades por sistema que se han olvidado, cuidar su salud, sobrevivir a una guerra.
Mi abuela sabía como vivir en la ciudad, si yo tuviera que aprender a vivir en el campo (como ella hizo) me moriría antes de que saliera el primer tomate.