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Órganos del cerebro
No hay duda de que los receptores oculares son los órganos sensoriales que ofrecen mayor movilidad expresiva. Esto se debe a que alrededor de los ojos están agrupados la mayoría de los músculos que contribuyen a los movimientos mímicos del rostro. La preeminencia de estos receptores también se debe a que el nervio óptico, por el que se propagan las impresiones visuales no es un nervio como los otros: tiene la particularidad de ser una emanación directa de la sustancia nerviosa del cerebro, y por transmite al ojo, por tanto, a la mirada, informaciones sobre la condición en la que se encuentra el órgano cerebral. No en vano, ha señalado el investigador Lyall Watson en su obra Supernature que “embriológica y anatómicamente, el ojo es una extensión del cerebro”. Mientras se verifica el acto de la voluntad, los ojos son los focos magnéticos de donde irradia y se esparce el fluido nervioso y el influjo sugestivo. En este sentido, es sobradamente conocida la sugestión ejercida con la vista en la hipnosis, que se emplea por ser la forma más sencilla de inducir al trance hipnótico, así como la influencia benéfica de la mirada de los auténticos sanadores. Esta posee siempre una cualidad superior, capaz de ejercer una acción magnética calmante, muy distinta de la mirada de los enfermos mentales, los delincuentes y los asesinos en serie. En relación con estos últimos, no resulta de más tener en cuenta este parámetro para detectarlos antes de que sea demasiado tarde. Aunque la teoría del criminal nacido del antropólogo italiano Cesare Lombroso está desacredita y los morfopsicólogos actuales sostienen que en la estructura del rostro no puede reconocerse una disposición natural al crimen, señalan en cambio que en la expresión mímica, y especialmente la de la mirada, puede ser reveladora de tal disposición, al indicar el estado del alma actual de un individuo. Si hacemos caso a Marie-Noëlle Slonina, autora de la obra Tout savoir sur le regard (1987), “la mirada no miente a largo plazo. Raros son los ojos que no dicen la verdad de un rostro”. ¿Qué pautas debemos seguir para descubrir esa verdad? En los recuadros que acompañan este artículo se recogen algunas de esas pautas, pero existen muchas otras que cada uno debe intentar descubrir asomándose sin temor a los ojos de los demás. En ellos verá retazos de sus almas, fragmentos deshilachados de espíritus contrahechos, atribulados, pero también percibirán destellos luminosos en rostros animados por la paz de su espíritu o la grandeza de sus corazones que quizá hasta entonces no habían advertido. Si la nuestra está cargada de dichas partículas los demás también las verán.
ABC DE LAS MIRADAS
Cada mirada es única y los parámetros que la definen son numerosos: intensidad, brillo, movimiento, profundidad… Dichos parámetros nos permiten acceder a una tipología de las expresiones, cada una de ellas con características visibles. Al igual que hay miradas burlonas, iracundas, heladoras o abrasadoras, también “hay miradas que matan”, según dice el dicho popular. Aquí recogemos algunas de ellas.
-Alucinada: Mirada fija, carente de dirección. Se ve con frecuencia en enfermos psicóticos, de ahí que se la denomine popularmente la mirada de los “locos”. También se observa en personas que están bajo el efecto de drogas enteógenas. Es una mirada extrema y poco habitual. Si es constante es señal de desequilibrio psíquico.
-Apagada: Es signo visible de astenia psíquica. En los niños refleja sufrimiento debido a mala adaptación al medio ambiente, estrés escolar, perturbaciones afectivas e incluso mala salud. Si además está mirada apagada es vidriosa, nos encontramos ante una de las miradas más peligrosas porque no ofrece amenaza aparente. Parece un poco adormecida, mortecina. Es algo asimétrica, vacía, sin brillo, con las comisuras exteriores descendentes, es decir, átonas. Se encuentra en algunas formas de perversión, especialmente en personas sin aparentes ideales, que no tienen nada que perder y que disfrutan matando. También en enfermos esquizofrénicos, paranoicos y epilépticos, y en personas indiferentes, asociales y vagabundos que han perdido contacto con lo real.
-Apasionada: Suele ser volcánica y poderosa. Está orientada hacia ideales activos y, por tanto, es capaz de volcarse en la acción. A veces es también generosa, comunicativa, calida, viva, en cuyo caso se encuentra en personas con cierto grado de heroísmo. Sin embargo, si esta mirada es constante, rígida y en extremo intensa la acción puede ser desenfrenada e incluso vindicativa. Se observa entonces en personas insaciables en sus ansias de conquista o de venganza (la mirada del terrorista Osama Bin Laden es de este tipo).
-Armónica: Transmite calor, bondad, bienestar con el mundo. Es una mirada amorosa que transmite pureza de corazón, discreción y caridad desinteresada.
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