El encuadre
Una vez tomada la decisión de todos los elementos que queremos incluir en la fotografía de nuestro plato llega la hora de encuadrar, de definir exactamente la posición de cada elemento en la imagen final, de componer la imagen.
La posición predominante la debe tener nuestro plato. Los restantes elementos de la escenografía deben tener claramente una vocación de actores secundarios. A la hora de encuadrar, que no es otra cosa que recortar el mundo para contar tu foto, podemos decidir también recortar nuestro plato, los otros elementos de la escena o ambas cosas. Recortar todos los elementos menos al plato protagonista ayuda a centrar la atención en él, si bien, cómo veremos otro día, la luz y el foco pueden hacerlo incluso aunque aparezcan todos los elementos sin recortar.
Por otra parte, el camino que tomemos será muy distinto según estemos fotografiando una receta que deba ser servida en un plato u otra que se prepare en moldes individuales; no es lo mismo fotografiar un bizcocho que unas magdalenas. La existencia de un elemento repetitivo brinda unas opciones compositivas que un plato aislado no tiene.
La composición
En ambos casos el objeto de la foto debe ser guiar la mirada hacia el motivo, bien sea éste aislado, bien en serie. Para ello podemos seguir la clásica regla de los tres tercios: imaginaremos dos líneas horizontales que dividan la imagen en tres bandas iguales, y otras dos verticales, y situaremos el plato, molde o vaso que deba tener el punto principal de atención en la intersección de una de las líneas verticales y una de las horizontales, o si por tamaño no nos es posible, sobre una de las líneas. Como toda regla, tiene sus excepciones, pero en general proporciona imágenes agradables y bien compuestas. Hay casos en que los elementos reclaman una disposición totalmente simétrica, en cuyo caso no hay tercios que valgan: vuestro propio ojo os dirá, pero si no estáis seguros, la ventaja de la era digital es lo barato que es probar. Haced un disparo con un encuadre simétrico, y probad con otro desplazando el plato a uno de los tercios y completando la composición con algún elemento adicional. En esta toma cenital podéis ver que orientando el plato en el otro sentido, desplazándolo hacia un lado, y completando la composición con una planta y los cubiertos la imagen queda mucho mejor compuesta:
Otra regla fotográfica que se puede aplicar es la regla de la mirada, transponiendo los términos al ámbito culinario. Cuando se realiza un retrato de perfil o tres cuartos —no totalmente de frente— es una buena práctica desplazar el encuadre de manera que la imagen tenga más aire en la zona hacia la que el sujeto dirige su mirada. En términos de comida podriamos reescribir la regla sustiyendo la mirada del sujeto por la dirección perpendicular al plato, por la dirección del pitorro de la jarra, etc. Un vaso tumbado obliga a encuadrar la imagen dejando más espacio en el lado de la boca del vaso que en la de su culo. Un plato de comida debe fotografiarse con más espacio en la parte superior de la foto que en la inferior. ¿Cuánto? Pues se aplica la regla anterior: dispongamos el centro del plato sobre la línea imaginaria que delimita el tercio inferior de la imagen.
Tercer consejo
Independientemente de la cámara que tengas, usa un trípode.
Un trípode es un adminículo bastante barato —por poco más de 20 € se puede comprar uno— y que nos da un control enorme sobre la foto. Nos permitirá instalar la cámara en un punto fijo, una vez hayamos decidido el encuadre, e ir ajustando poco a poco la colocación de todos los elementos de la foto, así como comprobar el resultado y realizar disparos adicionales si no quedó del todo como pensabamos. Tiene beneficios añadidos, como no depender del flash o aumentar la profundidad de camp