La transición al vegetarianismo implica una serie de consecuencias en diversos ámbitos. Una estas consecuencias es la manera en que presentamos en el ámbito social nuestro estilo de vida. Sin duda que esto puede significar un gran obstáculo al comienzo, ya que en nuestro país no hay mucho conocimiento del tema, más bien lo contrario pues se ha masificado un cuerpo de opiniones que sostienen temores, mitos y prejuicios en contra del vegetarianismo. Uno de los ámbitos más delicados ante el cual debemos presentar nuestra elección es la familia.

Ser vegetariano en una familia no vegetariana es un tema delicado porque determina en gran medida el nivel de sustentabilidad de dicha opción. En primer lugar, el vínculo con la familia por lo general es muy estrecho, pues da soporte emocional y afectivo a sus miembros. Una familia que no acepta el vegetarianismo puede generar angustia en el sujeto en transición. Es probable que la discordia familiar le lleve incluso a una elección entre mantener la armonía familiar o seguir con su elección vegetariana. Ambas opciones generarán insatisfacción en el sujeto. Por tanto, es fundamental que se evite llegar a este momento.

En segundo lugar, la familia es la principal (o única) fuente de ingresos de que disponen los individuos durante gran parte de su vida. Una familia que no acepta el vegetarianismo no sólo descuidará la provisión de alimentos vegetales requeridos sino que intentará conducir al individuo a consumir productos de origen animal. Esto último se manifestará nuevamente como una elección, definida esta vez por las alternativas de “comer lo que la familia come” o simplemente quedarse con hambre. En consecuencia, tanto a nivel afectivo como monetario, el ámbito familiar requiere de una atención especial.

Para lograr una buena gestión de este ámbito de la transición, ponemos a tu consideración las siguientes sugerencias:
La familia que se opone al vegetarianismo generalmente está mal informada. Los mitos y prejuicios conducen a un natural temor frente a lo nuevo. El mejor remedio para esto es evidente: facilitarles el acceso a la información autorizada sobre el tema.
Hay mejores momentos para informar que otros. Por lo general, la primera reacción de los padres será juzgar al vegetarianismo como “una moda pasajera” y demostrarán cierto nivel de tolerancia con la esperanza que “al hijo se le pase la tontería”. La recomendación por tanto es a aprovechar cada oportunidad durante este periodo de “gracia” para mejorar la información de los padres. También para demostrar cuan responsable se está siendo con la elección.
Hay mejores tonos para facilitar el acceso a esta información que otros. Una actitud desafiante puede desplazar la discusión a un plano de “lucha de poder” en lugar de centrarse en los argumentos del vegetarianismo. Por tanto, se recomienda saber encausar el diálogo por un tono que garantice la conciliación.
Hay ritmos particulares de asimilación según la actitud de los padres. La efectividad en la comunicación de nuestros argumentos puede requerir ir paso a paso, exponiendo las bases de nuestra elección con prudencia, entregando primero los argumentos en que mayor posibilidad de acuerdo exista, para luego –tal vez harto tiempo después- abordar los temas más polémicos. Se recomienda por tanto, ser empático.
La información deberá orientarse a garantizarles que la opción alimentaria que has asumido no dañará tu salud. Se recomiendan para ello los documentos elaborados por las asociaciones dietéticas y colegios de nutricionistas.
Contacta a un experto nutricionista o médico con conocimiento profundo del tema. No cualquier profesional de la salud ha dejado de lado sus propios prejuicios ni se ha informado lo suficiente, así es que habrá que ser muy cuidadoso en esta elección.
Otra de las dificultades que surgen en la familia, sobre todo en período de transición reciente, es la concerniente al costo extra, tanto en trabajo como en dinero, de un individuo de opción vegetariana a quien alimentar.
Hay algo de lo que debes tomar conciencia. Es probable que debas aprender a ser autovalente en tu alimentación. Esto quiere decir, que no deberás pasar la responsabilidad de alimentarte según tu propia elección a tu madre (o a quien asuma este rol en el hogar). Será tu responsabilidad acompañar tu elección con una actitud proactiva, aprendiendo a cocinar tus propios alimentos. De esta manera, evitarás la carga extra sobre quien cocine, generando un efecto beneficioso que le hará sentir a tus padres que has alcanzado un nivel superior de madurez. Demostrarás que has aprendido a responsabilizarte por tus decisiones y a la vez generarás simpatía mediante la degustación de tus platillos.
La transición al vegetarianismo no tiene por qué generar mayores costos. La comida vegetal es más barata y está al alcance de todos en ferias libres, verdulerías y supermercados. Será también tu deber el descubrir los proveedores más económicos y asegurarte que dichos productos sean comprados. Si los productos que requieres no han sido comprados, no es recomendable iniciar una discusión por el olvido (ya sea que lo consideres intencional o no), será tu deber el ofrecerte para ir a comprarlos.
Concilia. Busca alternativas de menú que agraden a todos, sean vegetarianos u omnívoros. Por ejemplo, pídele a tus padres que preparen legumbres al menos 2 veces por semana. Este plato puede satisfacer a todos en el hogar. Sólo asegúrate de que si van a ser agregados productos de origen animal, lo hagan al final de la preparación, de manera que tu plato quede al margen.
Negocia. En lugar de librar una batalla a muerte jugándote el todo o nada en una discusión, puede resultar más efectivo ir conquistando pequeñas concesiones acumulativas. Si vives con tus padres esto es importante, ya que convivir en un permanente estado de rivalidad acabará agotándote o al menos restando tu concentración de aspectos más constructivos del movimiento.
Evita el conflicto ideológico. Un gran error sería centrar el debate con tus padres en una batalla por demostrar que ellos son unos inmorales por comer animales. Con el tiempo podrás ir interiorizándolos en los temas de fondo. Siempre deberás considerar que, dados los diversos aspectos culturales que han formado a tus padres, puede resultarles verdaderamente difícil el llegar a comprender una postura que invite a consideraciones éticas más amplias, en las cuales se incluya a los animales no humanos como equivalentes.
Finalmente, debes recordar que nadie conoce mejor que tú a tus propios padres, y que es a partir de ese conocimiento único desde donde podrás observar con mejor claridad las modalidades adecuadas para conciliar el posicionamiento de tu opción, con el cariño que debe prevalecer en las relaciones al interior de todo hogar.

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