Una extraña inquilina en el cementerio

La Fundación Altarriba estima que cada año se abandona o se maltrata a cien caballos en Cataluña

Una burra abandonada vive durante días cerca del tanatorio de Collserola y se alimenta de coronas



Hace unas tres semanas, una burra encontró refugio en el cementerio de Collserola. Había sido abandonada y ella se las ingenió para alimentarse de hierba fresca y alguna que otra corona junto a las tumbas.

Acostumbrada a vivir con las manos atadas y encerrada en un cercado, aquella nueva vida en el camposanto era un sueño. Un sueño, sin embargo, que no podía durar.

La mayoría de las personas que acuden al tanatorio de Collserola no están para compartir sus penas con una burra y menos si ésta se dedica a pisar la tierra bajo la descansan sus amigos y familiares. Hubo varias quejas y la dirección del cementerio, propiedad de la empresa municipal Serveis Funeraris, gestionada por BSM, decidió. a instancias de una socia de Altarriba, ponerse en manos de esta fundación, catalana dedicada al rescate y protección de animales abandonados y maltratados.

La Fundación Altarriba accedió a hacerse cargo del équido. Mientras duraron los trámites de la intendencia y la burocracia, la burra permaneció atada en el aparcamiento. Había otros rincones en el amplio terreno del cementerio, espacios más naturales que el parking, pero la burra tuvo que contentarse con compartir plaza con otros vehículos ( ) más modernos que ella.

Al final, el lunes de hace dos semanas, fue cargada en un remolque y trasladada al refugio de équidos que la fundación tiene en Fonollosa, cerca de Manresa.

Allí la recibió su directora, Leonor Díaz de Liaño. "La verdad es que no estaba desnutrida porque alimento no le faltó en el cementerio durante los días que anduvo sola", recuerda. "Lo peor eran las heridas de las manos. Se ve que su dueño la mantenía atada de manos para que no se escapara. Las ataduras, seguramente con cuerdas finas, actuaban como una esposas. La burra, sin embargo, no se estaba quieta y, poco a poco, las cuerdas fueron cortándole la piel y la carne hasta llegar al hueso. Le cambiamos los vendajes dos veces al día y mejora poco a poco".

Altarriba prepara una denuncia por malos tratos contra su propietario, al que se ha intentado localizar sin éxito. Es dueño de otros animales en una finca cercana al cementerio y, dado el relieve que ha adquirido la excursión de su burra a la libertad, ha decidido poner tierra de por medio.

La burra tiene seis años. Su esperanza de vida, ahora que está bien tratada, oscila entre los 35 y los 40.

El caso de esta burra, según Leonor Díaz de Liaño, ilustra el maltrato que sufren decenas de équidos cada año en Catalunya, además del hecho de que no son sólo gatos y perros los animales que se abandonan.

"Cada semana recibimos entre dos y tres denuncias referentes a équidos que están en malas condiciones o han sido abandonados", explica la directora. "Cuando arrancamos este proyecto pensábamos que tendríamos dos o tres casos al año, y lo cierto es que tenemos un centenar. Desde el 2002 hemos dado más de 200 caballos en adopción".

Dieciocho caballos conviven en el refugio de Fonollosa, donde comparten cuidados con decenas de animales. "Tenemos unos 80 animales y, la verdad, es que la situación está al límite. Necesitaríamos crecer más pero nos faltan recursos", señala Díaz de Liaño.

La gran familia del refugio incluye a Olimpia, una yegua rescatada de una hípica en una zona turística de Catalunya, donde, durante los meses de verano, la montaban durante doce horas al día y nunca le quitaban la silla. Cuando los veterinarios se la quitaron, se llevaron la piel con ella.

El abandono y maltrato de los caballos coincide, según Altarriba. con el auge de su popularidad en Catalunya, en parte, gracias al turismo y, en parte, también, gracias a las segundas residencias.

"Conseguimos rescatar a los animales y salvamos a muchos, pero no logramos cambiar la mentalidad de las personas", reconoce Díaz de Liaño.

Un ejemplo, apuntado por la fundación, de esta reincidencia en los malos tratos sería el de un vecino de Olot, propietario de caballos, que ya fue denunciado en 1998 y el 2003, y al que ahora, a instancias de un vecino suyo, se le han decomisado dos caballos más en muy mal estado. En estas actuaciones, que arrancan con una denuncia y la intervención de los Mossos, es esencial el informe del veterinario. Sin su colaboración es difícil quitarle un animal a su propietario.

Los équidos, una vez recuperados, se dan en adopción a personas que demuestren que los van a cuidar. La burra del cementerio de Collserola es posible que, dentro de poco, busque familia con o sin cementerio cerca.

http://www.lavanguardia.es/lv24h/200...365031027.html