Elisa y Marcela están esperando su final. Sigue así: cansadas de pasarlas canutas, decidieron partir a Buenos Aires, como miles de gallegos, en 1902. A ver si las dejaban en paz. Trabajaron un tiempo como criadas, pero no podían verse todo lo que deseaban. Había que hacer algo: Elisa se casó con un anciano al que no le quedaban muchos años de vida. La idea era no trabajar para poder estar más tiempo con Marcela y volver con ella cuando enviudara del viejo. Pero éste se enteró de todo. Y montó en cólera. Y las denunció. La prensa bonaerense apenas se ocupó del caso, quién sabe por qué. La pista de las enamoradas invencibles y libertarias se perdió de repente. No se sabe si fueron felices o se pasaron la vida huyendo.
Miren la foto del principio. Todo esto pasó recién abierto el siglo XX.
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