Me preguntaba un palentino de pro que cómo debía decirse albóndiga o almóndiga, para referirse a esas pequeñas bolas, generalmente de carne picada y trabada con pan rayado, huevo batido y especias, que luego se fríen o se guisan, rebozadas o sin rebozar.
El hombre tenía sus dudas, pues alguien le había asegurado que debe decirse siempre albóndiga y que lo otro era una incorrección lingüística. Pero también alguien había sostenido que tales pelotillas pueden nombrarse con ambos vocablos.
Así que me veo en la obligación de aclarar la cuestión al interrogador y a cuantos, como él, mantengan la duda ante un plato de esas sabrosas y populares bolas de carne.
El vocablo español viene del árabe al-bunduga, que significa simplemente la bola. La evolución normal del árabe al castellano nos dio albóndiga y así se documenta en nuestra lengua desde el siglo XV. Por tanto, hay que deducir que lo genuino y lo más correcto será decir albóndiga.
Sin embargo, en castellano se produce pronto la variante almóndiga, por cambio consonántico de -b- por -m-. Quevedo ya utiliza el derivado almondiguilla y almóndiga se recoge en el Diccionario de Autoridades.
Queda claro, pues, que albóndiga es el resultado correcto de su original árabe, mientras que almóndiga es una variante del habla popular o vulgar.
Esa variante temprana ha obligado al Diccionario de la Real Academia a recoger almóndiga como vocablo correcto, sinónimo de ambóndiga, sin más añadidos ni explicaciones.
Sin embargo, en otros diccionarios de uso y más explícitos, se sigue considerando almóndiga como variante vulgar de albóndiga.
La conclusión, por tanto es clara: Oficialmente, porque lo admite el DRAE, se pueden utilizar ambos vocablos, pero albóndiga es más propio y almóndiga más vulgar.