Las voces críticas
Se da por descontado que una teoría alimentaria de este calibre y propuesta por personas de envergadura científica ha tenido y sigue teniendo réplicas desde diferentes sectores. Una de las más frecuentes es que los humanos que vivían en sociedades cazadoras/recolectoras no sufrían de enfermedades iguales a las nuestras, no por su alimentación, como aduce la "paleodieta", sino porque no llegaban a ancianos, su esperanza de vida era más corta y, por lo tanto, no se pueden hacer comparaciones.
Otra de las voces que ha emitido réplicas es la de Geoffrey Cannon, miembro del World Cancer Research Fund, que dice que "los humanos estamos diseñados para trabajar duro con el fin de producir comida para subsistir y sobrevivir en periodos de escasez, mientras que no estamos adaptados a una alimentación tan altamente energética como la nuestra". William R. Leonard, profesor de antropología de la Northwestern University alega que "los problemas de salud a los que nos enfrentamos las sociedades industriales no provienen de derivaciones de una alimentación específica ancestral sino que el problema radica en la diferencia entre las calorías consumidas y las gastadas". Realmente, el gran exceso energético de nuestra alimentación marca la diferencia con el estilo de vida de nuestros antepasados.
MÁS VISIONES ESCÉPTICAS
Varios investigadores señalan que los inuit, una sociedad indígena eminentemente cazadora, cuyos miembros tradicionalmente obtienen la mayor parte de su energía de animales salvajes y que llevan una dieta baja en carbohidratos, muestran una mayor mortalidad por enfermedades coronarias. Mientras, sociedades eminentemente agrícolas que ingieren una alta cantidad de hidratos de carbono y poca carne, sobreviven sin síntomas aparentes de enfermedades cardiovasculares.
Más argumentos en contra aseguran que los datos para determinar las fuentes vegetales y animales de los habitantes del Paleolítico son muy insuficientes. Parece ser que los estudios etnográficos, las evidencias históricas y el recuerdo arqueológico sugieren que los humanos de hace miles de años atrás disfrutaron de una gran variedad de diferentes dietas, por lo que estimar los ingredientes de tan sólo una de ellas entra únicamente dentro del campo de la hipótesis.
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