Como ella misma relata, «primero disparé un tiro, pero fallé, luego vi que el jabalí seguí corriendo y entonces me arrodillé y disparé otro, viendo como el animal caía rodando. Sin embargo, en ese momento no sabía si estaba muerto o le había hecho sangre, así que realize un tercer disparo, pero no le pegué».Sin embargo, el segundo disparo que efectúo Patricia Álvarez González si fue certero ya que, como le dijeron después los monteros y los componentes de la Sociedad Unicaza, le arrancó una pata de cuajo. Tras conocer que había hecho sangre y la pieza era suya, la joven cazadora de Campomanes se llevó una gran alegría. «Cuando ví que le pegaba me puse muy contenta y nerviosa»«El año pasado maté tres jabalís y un corzo, pero más pequeños y ninguno tenía colmillos, que era lo que yo quería»