Los Aceites Omega
Se denominan omega a la familia de aceites necesarios para nuestro organismo por no poder ser sintetizados. Son precursores de un amplio conjunto de sustancias llamadas genéricamente eicosaniodes; entre los cuales están las prostaglandinas, los leucotrienos, el tromboxano, y varias otras sustancias que en grupo constituyen una especie de sistema de comunicación celular muy antiguo.
Los aceites son cadenas de carbonos que terminan en un radical* (-0=C=0-H) por lo que también son llamados ácidos grasos. Los aceites que no tienen dobles enlaces entre los carbonos se llaman saturados (de hidrógeno), los otros, se llaman aceites omega. Según la posición del doble enlace, pueden ser de la familia omega 3, (doble enlace en el carbono 3), u omega 6 con un doble enlace en ese carbono. El ser humano puede producir omega 9, llamado ácido oleico.
Los omega 3 y omega 6 tienen numerosas* funciones metabólicas. Su deficiencia da lugar entre otros a depresión, agresividad, tendencia al alcoholismo, infecciones recurrentes, diabetes, cáncer, enfermedades degenerativas ya que el sistema de comunicación esta en la base de todos los procesos que se llevan a cabo en el ambiente celular y tisular. Las prostaglandinas a que dan lugar son sustancias con una vida media muy corta muy difíciles de medir en pruebas de laboratorio y usualmente no se detectan en la sangre.
Existen prostaglandinas llamadas “de guerra” que se liberan cuando existen infecciones o inflamación para favorecer estos eventos. Las prostaglandinas “buenas” dan lugar a menor permeabilidad de los tejidos a los leucocitos, menor producción de leucocitos y anticuerpos en la sangre, menor adhesividad plaquetaria, etc. La familia de omega 3, es producida en su mayoría por el plancton de los mares de aguas frías. Es consumido por una cadena de depredadores, y el ser humano lo toma de peces como el salmón, el atún, las sardinas, etc. Los únicos vegetales que lo contienen son las semillas de onagra, de borraja del Canadá, el de linaza y el de canola, (millo).
El Dr. Warburg había observado que los aceites omega adicionados a los huevos de erizo de mar incrementaban en ellos el consumo de oxígeno en un 2.200 %.* Intentó este proceso en seres humanos con cáncer para tratarlos pero no tuvo* éxito porque usó acido butírico, no es un aceite omega. La Dra. Johanna Budwig repitió el experimento de Warburg en 1951 agregando una mínima cantidad de ácido linoleico, (omega 6), y rehabilitó el metabolismo aeróbico de las células cancerosas, volviendo a convertirlas en células normales.
Ella además había observado que los ácidos grasos esenciales se combinan con los aminoácidos que contienen azufre, (metionina y cisteína),* para formar las lipoproteínas de la piel, las membranas celulares y todas las membranas interiores de la célula. Dio a sus pacientes grandes cantidades de aceite de semillas de lino (omega 3 y 6), combinado con leche sin pasteurizar, desnatada y fermentada,* acompañados ambos por zanahorias (betacaroteno), verduras frescas (vitamina C), cereales enteros y hierbas aromáticas como la canela y el anís. Ella no tardó en descubrir que no sólo los enfermos de cáncer sino muchos otros respondían a este* programa.* (Esta mezcla ha sido llamada “Crema Budwig” y es ampliamente usada en el manejo de enfermos crónicos en Alemania y Suiza).
La Dra Budwig pensaba que era* necesaria además la energía solar para tener el impulso inicial que ponía en marcha el ciclo de Krebs, (la fase aeróbica del metabolismo de la glucosa).** Calculó la frecuencia de resonancia de los electrones pi de la lipoproteína (6.900 amgstroms, en la parte roja del espectro visible). Expuso a sus pacientes a la luz roja de un láser de rubí y mejoraron más rapido que antes.
En una entrevista radial en Stuttgart en 1967, dijo que el 90 % de los enfermos de cáncer, incluso casos avanzados en los que la radiación y la cirugía habían fracasado, respondieron a sus métodos.* La Dra. Budwig indicó que los inductores del cáncer son simplemente «ladrones de electrones», cualquier cosa que impida que la luz active los ciclos de Krebs en las células cancerosas.
El Dr. Gerson repitió esta experiencia al dar a sus enfermos aceite de semillas de lino logrando los mismos resultados. En la Clínica Gerson en México hoy continúan aplicando esta terapia con éxito.
En Sudáfrica se trató a pacientes terminales de cáncer con hasta treinta cápsulas diarias de Efamol (Aceite de Onagra). De los veintiún pacientes que iniciaron el estudio, todos sobrevivieron por lo menos el doble del tiempo que se esperaba.
Selenio
Varios estudios de población han establecido una clara relación directa entre el contenido de selenio del suelo de una región y la baja incidencia en* sus moradores de cáncer de pulmón, recto, vejiga, cuello de útero, esófago y endometrio.
Esto ha sido documentado en varias regiones de China y en varios países del mundo. Costa Rica, Taiwan, Japón y Singapur, por ejemplo, están entre los países con alto contenido en este mineral en el suelo y baja incidencia* de cáncer.
El selenio puede reducir los casos de cáncer en un 40% y el índice de mortalidad en un 50%. Los detalles de esta investigación fueron publicados por el Journal of the American Medical Association en 1996 aunque como de costumbre la editorial aconsejaba “No saque conclusiones prematuras sin más investigación”. Esto no se hubiera dicho si se tratara de un fármaco costoso patentado por un laboratorio.
El Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos publicó en ese mismo año el estudio más exitoso en prevención de cáncer hasta ahora hecho. Durante 10 años, 1312 voluntarios recibieron 200 mcg de selenio, (de levadura), se reportó una disminución del 49 % en los índices de mortalidad de los* tres cánceres más frecuentes, pulmón, próstata y recto.
Un estudio hecho en Finlandia mostró niveles inferiores de selenio en pacientes de cáncer masculinos frente a los de personas sanas.
En los pacientes con linfomas hay una marcada disminución de los niveles de este mineral.
El selenio es un antioxidante poderoso que :
Es indispensable para el trabajo de la Vitamina E.
Fortalece el sistema inmunológico.
Facilita la glutation peroxidasa, (tal vez la enzima antioxidante más importante.)
Mejora la actividad de los leucocitos, las células asesinas naturales y de los macrófagos.
Facilita la producción de anticuerpos.
Es necesario en la producción de interferón.
Se recomienda tomar entre 200 y 400 microgramos diarios.
El selenio se encuentra en los cereales enteros, la levadura de cerveza, los productos agrícolas orgánicos cultivados en suelos enriquecidos con este mineral, y especialmente en las nueces de Brasil.* En sobredosis el selenio puede llegar a ser tóxico.* En ciertas partes del mundo donde la dieta proporciona hasta 700 mcgs al día , no se han visto efectos secundarios o toxicidad.
De las formas activas las mejores son el selenito de sodio y la seleniometionina.
Vitamina E
Este factor antioxidante ha sido extensamente estudiado como preventivo de la enfermedad tumoral. El Dr. Wald publicó un estudio en el British Journal of Cancer en 1984 en el que mostraba una relación directa entre la ingesta de Vitamina E y la baja incidencia de cáncer. Otro estudio en 36000 adultos durante ocho años, mostró que los menores niveles de vitamina E tuvieron mayor riesgo de desarrollar cáncer.
Específicamente la displasia cervical, el cáncer de colon, de cuello de útero, de mama, pulmón y bucofaringe muestran la más estrecha correlación.
La acción de la vitamina E depende de la presencia de selenio, vitamina C, y de otros carotenoides. También su dosificación debe exceder a las RDA oficiales (las dosis protectoras comienzan a partir de 400 UI ),* que normalmente aparecen en los suplementos comerciales.
Algunos investigadores han pretendido mostrar lo contrario usando las 30 UI que indica la RDA y dándolas solas. Su ciclo de vida en el organismo es muy corto para mostrar una acción.
La Vitamina E se encuentra en gran cantidad en los aceites vírgenes obtenidos por presión en frío, soya, ajonjolí, germen de trigo, lizana, oliva, canola. También en los aguacates y las nueces.