Cuando la jerarquía apunte de verdad a un mundo diferente, sin componendas ni apaños con el poder, cuando se explicite sin ambages a un cambio real, a un planteamiento revolucionario del sistema plutocrático rapaz que padecemos, entonces comenzaré a tomar a la institución católica (y demás) en serio. Pero vamos, que esto se produzca creo que es pedir demasiado