SINCRONICIDADES: LAS CASUALIDADES MÁS INCREIBLES
A lo largo de la historia, existe una importante documentación que se resiste a ser olvidada, por lo trascendental de sus implicaciones. Se trata de las llamadas “SINCRONICIDADES”, sucesos que se desarrollan en circunstancias aparentemente normales y en nuestro habitat cotidiano, pero cuya forma de desencadenarse, aparece unida a extrañas casualidades que van más allá de las leyes de la estadística. Aquí unos ejemplos:
LA BALA MÁS LENTA DE LA HISTORIA
Henry Ziegland, un importante maderero texano, pensó que había esquivado el destino. En 1893 rompió una relación con su novia plantándola en el mismísimo altar. Ella, despechada, acabó suicidándose. El hermano de la novia estaba tan enfurecido que persiguió a Ziegland y le disparó para vengarla.
Convencido de haber matado a Ziegland, acabó con su propia vida. Pero Ziegland no había muerto. La bala, de hecho, sólo había rozado el rostro y se incrustó en un árbol cercano. Veinte años después, en 1913, Ziegland , que frecuentaba el lugar, decidió talar el árbol para extraer la bala. La tarea parecía tan formidable que dispuso volarlo con unos cuantos cartuchos de dinamita. La explosión hizo que la bala saliese despedida del árbol hacia su cabeza, causándole la muerte.
EL MILAGRO DEL CORO DE BEATRICE
1 Marzo de 1950, en Beatrice, Estado de Nebraska. Los miembros de un coro religioso estan citados ese día, exactamente a las 19:20 horas, para un importante ensayo en su iglesia. Pero los quince componentes del coro se retrasan por un motivo u otro. Y los retrasos son bien diversos; uno sufre una avería en el coche, el reverendo se retrasa por la colada de la ropa, una madre no consigue despertar a su hija, otro miembro se queda absorto en un programa de radio… todos llegan a la cita, pero tarde. Tan tarde que descubren que a las 19:25 horas… un fallo en la caldera hacía estallar la iglesia.
LA SINCRONICIDAD DE ANTHONY HOPKINS
El actor de Hollywood, Anthony Hopkins vivió una de las experiencias de sincronicidad más increibles de la historia. El actor lo ha contado en varias ocasiones, pero es poco dado a indagar más en el tema, porque según él, se trata de algo demasiado perturbador para su salud mental.
A principios de los 70´s, se le propuso a Hopkins la participación en la película “La mujer de Petrovka”.
Con la intención de documentarse, salió de su casa en Londres para buscar y comprar el libro en el que estaba basada la película. Recorrió varias librerías sin encontrar la novela. Triste y agotado se dispuso a coger el metro de regreso a casa. En el banco donde esperaba encontró un libro perdido o abandonado. Estaba muy usado, como si anterior dueño lo hubiera leído y releído varias veces seguidas, además tenía numerosas anotaciones en los márgenes. ¡Ese libro era “La mujer de Petrovka”!
Pasados dos años, durante el rodaje de la película, Anthony Hopkins conoció a George Feifer, escritor de la novela en la que estaba basada la película. Lo primero que hizo Hopkins fue contarle la extraña experiencia de haber encontrado más allá de la casualidad ese libro. Aquel episodio le había dejado perplejo.
Cual fue la sorpresa de ambos cuando el actor le mostró al escritor el ejemplar encontrado en el metro.
Efectivamente. Aquel ejemplar lo había perdido Feifer durante un viaje por los subterráneos de Londres.
Y SU NOMBRE ES…HUGH WILLIAMS, COMO NO…
Una de las más extraordinarias coincidencias del mundo, tuvo lugar durante un periodo de más de doscientos años, e implica a 3 barcos que se hundieron frente a las costas de Gales, en el estrecho de Menai.
El 5 de diciembre de 1664 se hundió un barco en el estrecho de Menay, en la costa norte de Gales, muriendo ochenta y dos pasajeros, el total del pasaje, salvo un tal Hugh Williams.
El mismo día de 1785, se hundió otro barco en el que perecieron setenta pasajeros, excepto un hombre llamado Hugh Williams.
El 5 de agosto de 1860, un tercer barco se hundió y perecieron veinticinco pasajeros, habéis acertado los que habéis supuesto que había un superviviente llamado… Hugh Williams.
EL REY HUMBERTO DE ITALIA…Y SU DOBLE.
El 28 de julio de 1900, el rey Humberto I se encontraba cenando en un restaurante de la localidad de Monza, a la que había acudido para presidir un concurso de atletismo que allí se celebraba. En ese restaurante, tuvo la sorpresa de su vida: el dueño, que había acudido personalmente a darle la bienvenida a su establecimiento, era físicamente idéntico a él… hasta el punto de que los presentes creyeron ver gemelos que solo se distinguían por sus trajes.
Intrigado por semejante encuentro, el rey le preguntó por detalles de su vida: resultó llamarse igual que él, habían nacido en la misma fecha y misma ciudad (Turín, la vieja capital de los Duques de Saboya) y sus esposas llevaban el mismo nombre de pila, Margherita, con las que se habían casado el mismo día. Como guinda final a tal cúmulo de extrañas coincidencias, resultó que Humberto I había sido proclamado rey el mismo día en que su alter ego (o su Doppelgänger como dirían los alemanes) inauguraba su restaurante.
Muy divertido, el monarca salió del restaurante despidiéndose calurosamente del dueño e invitándole formalmente a que viera con él, la competición que iba a celebrarse en el estadio, desde el mismo palco. Las curiosas coincidencias fueron prontamente contadas a todo el séquito que acompañaba al rey.
Al día siguiente, acudió al evento por el cual se encontraba en Monza. En el curso del mismo, el monarca se extrañó al ver que el asiento que había reservado a su doble seguía vacío. Poco después su ayudante, con gravedad, le comunicó que su invitado Humberto, el dueño del restaurante donde habían cenado la noche anterior, acababa de fallecer asesinado de un pistoletazo a las puertas del estadio.
El soberano, mientras dejaba el palco y se dirigía a su carruaje, asombrado a la par que inquieto por la noticia, apenas pudo percatarse cómo un anarquista italo-americano que respondía al nombre de Gaetano Bresci surgía de entre la multitud para dispararle tres veces casi a bocajarro, dándole muerte.
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