Lo primero, eso de que TODOS tenemos acceso a un control de natalidad es cuestionable. Sin ir más lejos, en Madrid, ir a un centro público de control es una odisea, el que no te dice que no dispensa por objeción, te dice que vuelvas el lunes de diez a cinco, horario estupendo para el que trabaja. Luego te vas a la privada, y si puedes pagar, accedes. Si esto pasa aquí, no me imagíno cómo lo pueden pasar mujeres en mitad de una tierra inhóspita sin ni siquiera un lugar donde parir, si deciden ellas, con garantías para no quedarte en un parto, por ejemplo.
Segundo, no dije nada de las camellas, ni las nombré. Ni menos hablé de insensibilidades.No creo que seas insensible. Solo apunté, y como señalas, metiéndome en el saco, de ahí la PREGUNTA RETÓRICA, que nunca sentí hambre, ni sed, y que en un punto extremo, a lo mejor, con todo mi vegetarianismo, me como el cadaver de mi madre, y que por eso no me considero quién para juzgar. Que coma o no coma, es irrelevante para ellos.
Tercero, no tengo ni p. idea de cómo pueden vivir por allí.
Lo primero que señalé, es que no iba a entrar en polémica, porque aquí, no tengo más que ir a una tienda, comprar lo que necesito y los suplementos adecuados. Y si me siento generoso, dar las migajas que me sobran a una cuenta bancaria y descansar con mi calefacción durmiendo mas tranquilo.
Entiendo qué, edito, que se me olvidaba, que estoy de acuerdo contigo en que los animales no son moneda de cambio, no son cosas, y menos para que, cuatro se las den de solidarios.
Eso sí, como dice la canción de la Polla Records, bajo la mesa, la revolución. Y mañana repetimos.
Saludos.