Naa, ya sé que me querían poner en un extremo de la situación y no lo consiguieron. También planteé yo qué pasaría si el niño es el que está atacando al toro o lo de si es un hombre y un ternero. Pero mi padre es duro de mollera y siguió en sus 13. Mi madre me comprendió al final... aunque al cabo de unos días olvida su comprensión y vuelve a ponerse en el pensamiento de mi padre. Los dejo por imposibles.
Contando la situación de tu jefa, he recordado una anécdota que me pareció muy desagradable.
Iba en el coche de un chico que me cae rematadamente mal. Su humildad es más falsa que el pelo de un pinypon. Iba él conduciendo y yo callada, sintiendo el agobio del silencio. De repente vi correr a un gato, y con el fin de romper el silencio, se me ocurrió comentar que por aquel barrio había siempre muchos gatos. Él me contestó con una risilla floja:
-Sí, pues si vieras el día que se me cruzó un gato y le tuve que atropellar... -Me quedé atónita, mirándole. Creo que se dio cuenta que había metido la pata hasta el fondo. Y para arreglar las cosas un- Bueno...- bajo y mirando para otro lado, es lo único que logró pronunciar.
Siempre me caerá como el culo