Resumiendo:
Movimiento Antivacunas. Opción de pocos. Problema de todos
Artículo que aparece en la web de la Organización Mundial de la Salud.
por María Paz Bertoglia ( @pinabertoglia )
Las enfermedades inmunoprevenibles, como sarampión, rubéola o polio, dependen de la inmunidad de rebaño1, la que ocurre cuando una proporción suficiente de la población se encuentra inmunizada. La disminución en la incidencia de las enfermedades es mayor que en la población inmunizada, dado que la vacunación reduce la transmisión del agente infeccioso al reducir la cantidad o duración de la eliminación del patógeno y retardar su transmisión. Esto tiene implícito un concepto de solidaridad, pues existe población susceptible a estas enfermedades que no puede ser vacunada (por su edad fuera del rango de vacunación, estado de inmunosupresión, entre otros), quienes se ven beneficiados por la cobertura vacunal de la población. Asegurar la cobertura apropiada de vacunación es complejo por varios factores, los que incluyen la duda de los sujetos respecto a la vacunación, lo que causa incertidumbre en segmentos de la población sobre la seguridad y efectividad de las vacunas. A continuación se intentarán dilucidar algunos factores que podrían influir en esta conducta2.
La vacuna tresvírica (sarampión, rubéola y parotiditis) podría estar siendo víctima de su propio éxito
Se postula que la falta de memoria sobre los efectos y magnitud de los brotes históricos de sarampión puede estar contribuyendo al incremento de comunidades que optan por no vacunar. En épocas pasadas el sarampión era una enfermedad temida, donde se evocaban los dolorosos cuadros de lesiones cutáneas y las fatales complicaciones del virus. Esto hace un tiempo no es incorporado dentro de la memoria colectiva y aparentemente esta falta de miedo a que la enfermedad circule en la población estaría, en parte, explicada por el propio éxito de la vacuna, lo que haría que las personas bajaran su guardia y no la consideraran como un agente peligroso.
Además de la falta de conciencia por parte de la comunidad, se genera una disminución en la alerta de los equipos clínicos, quienes pueden disminuir su nivel de sospecha ante eventuales casos.
Debemos recordar que la alta contagiosidad del sarampión requiere una cobertura vacunal sobre el 95% de la comunidad para mantenerla controlada por el umbral de inmunidad de rebaño (proporción de inmunes en una población que se requieren para disminuir la incidencia de una infección).
Año Cobertura (%)* Vacuna Tres vírica (Sarampión, Rubéola, Parotiditis) Primera dosis, a los 12 meses 2008 92,62009 92,41010 93,52011 922012 90,6
Fuente: DEIS MINSAL.*Vacunas administradas/Población de 1 año calculada por el INE x 100
Con la tabla anterior podemos observar que Chile no se encuentra ajeno a los problemas descritos. Nos encontramos peligrosamente bajo el umbral de inmunidad de rebaño.
Fallamos en explicar conceptos científicos básicos
Como comunidad científica debemos reconocer un mea culpa. Somos buenos investigadores, académicos y científicos, pero no nos enseñan en el pre o posgrado a comunicar de manera efectiva, y esto puede deberse a que somos considerados siempre buenos apoyos técnicos, pero raramente nos incorporan en la generación de minutas de prensa o comunicaciones formales desde las instituciones.
Esto puede explicar por qué no hemos logrado posicionar en la agenda colectiva la importancia de las vacunaciones, más que como esfuerzos individuales en las redes sociales o llevadas a cabo, con escaso éxito, por las instituciones públicas. Podemos ver con horror cómo la prensa desarrolla estos temas con liviandad e incluso haciendo más daño al no entregar información robusta y veraz, sino más bien poniendo en una suerte de ring de boxeo a las dos posturas, sin aclarar conceptos básicos y más bien legitimando la opción del movimiento antivacunas.
La vacuna contra el sarampión puede ser considerada entonces, por algunos padres, como de escasa prioridad. Al analizar las características de la población que no vacuna nos encontramos con dos escenarios; por una parte, en países que sufren conflictos bélicos o estados frágiles, la baja de cobertura es un problema concentrado en población de escasos recursos, padres con bajo nivel educacional o escaso acceso a transporte o servicios sanitarios. Pero una de las grandes paradojas ocultas tras el escenario actual son las comunidades de altos ingresos, de padres con alto nivel educacional, que aparentemente se encuentran detrás de este movimiento antivacunas.
La explicación de porqué estos padres con alto nivel educacional deciden no vacunar, podría deberse a que como comunidad hemos fallado en explicar conceptos científicos básicos desde el nivel primario. Podríamos estar enfrentándonos a una falla en el sistema educacional, que oculta a padres con alto nivel educacional, pero no lo suficientemente educados. Esto podría manifestarse en la creencia errada que sustenta este movimiento sobre la relación causal entre vacunas y autismo o al adjudicarle al preservante timerosal un grado de toxicidad similar al del mercurio. Estudios epidemiológicos3 han probado en numerosas ocasiones que las vacunas no causan autismo y la Organización Mundial de la Salud ha concluido que no existe evidencia de toxicidad por mercurio en lactantes, niños o adultos expuestos al timerosal de las vacunas. Asimismo, se determinó que no existen razones para modificar las prácticas actuales de vacunación con vacunas que contienen timerosal4.
Aún no comprendemos porque las personas no se vacunan a ellos ni a sus hijos
Lo cierto es que no comprendemos el fenómeno, no sabemos que motiva a padres en países desarrollados o en vías en desarrollo para evitar la vacunación. Nos es fácil ridiculizarlos o avergonzarlos antes de escucharlos apropiadamente, esto es algo que no nos debe enorgullecer como comunidad científica. Debemos hacer un esfuerzo por comprender que está ocurriendo para poder proponer una solución adecuada. Esto no debe convertirse en una guerra entre la ciencia y los padres, sino en un diálogo desde el cual surja una propuesta de solución para erradicar esta conducta. Si los enfrentamos de manera soberbia y aterradora, lo más probable que ocurra es que se arraiguen más en estas comunidades los conceptos errados, míticos y peligrosos.
Por un lado, algunas propuestas indican que debemos investigar las causales del movimiento antivacunas, y proponer en conjunto soluciones que, a la larga, aumentarían las coberturas vacunales. Por otro lado, se propone que las vacunas sean obligatorias, y que deban obedecerse y castigarse por ley, como la utilización del cinturón de seguridad. Este debate se encuentra en desarrollo y se basa, especialmente, en conceptos de salud pública y en la protección de los derechos infantiles.
Como enfrentamos al movimiento antivacunas ha sido un dilema desde la época de Edward Jenner. A largo plazo, la mejor manera pareciera ser la refutación de información errada por medio de evidencias científicas robustas. Sin embargo, esto es más fácil decir que hacer, ya que muchas veces nos enfrentamos a un diálogo que pocas veces responde a normas científicas. Sin embargo, sin lugar a dudas, debemos lograr incorporar o reincoporar en la comunidad evidencias que sustenten a las vacunas como una de las herramientas más eficientes para promover salud, tanto a nivel individual como estrategia de salud pública, para continuar avanzando por el camino correcto5.
Es importante reconocer la brecha de información, que no nos permite comprender cabalmente el fenómeno del movimiento antivacunas. Es necesario realizar investigaciones, especialmente cualitativas, para acercarnos a las causas del comportamiento y profundizar en las motivaciones de las personas que optan por no vacunar. De esta manera, podremos diseñar estrategias adecuadas para abordar el problema desde una perspectiva de salud pública.
fuente http://www.paho.org/blogs/chile/?p=431