Iniciado por
erfoud
Desde el santuario II
Al día siguiente había una visita guiada a las 10h, o sea que allí nos presentamos con la ilusión de conocer más de cerca a los encantadores inquilinos del lugar. El Tour no estuvo mal, aunque hubiéramos deseado más tiempo para poder interactuar con los distintos animales, cosa que os aseguro ellos mismos también deseaban. Fuimos conociendo las historias de algunos animales:de vacas que saltaron del camión que las llevaba al matadero, de ovejas recogidas semimuertas a la entrada de mataderos, de cabras entregadas al santuario tras haber sido animales de compañía, cerdos rescatados por granjeros sensibles...vamos, de todo. La verdad es que tener la oportunidad de estar físicamente con estos animales impacta enormemente, es algo que os recomiendo encarecidamente. No es que hacerlo aporte nada nuevo en cuanto a mi argumentario sobre el asunto, pero sí que emocionalmente produce una profunda huella; esos animales por cuyo destino nos interesamos tienen una cara concreta, observamos sus diferencias en cuanto al comportamiento,su variedad de personalidades....su placidez y bonhomía (si se me permite la imprecisión) Me estremezco recordando cómo me fundía con las vacas (con las que se dejaban,porque con otras mejor guardar una distancia...), me emociono con la actitud juguetona de las cabras, tan preciosas como fascinantes, me desconcierta el porte digno a la vez que confiado y amable del carnero "Carlomagno", algo inusual en los individuos ovinos; me enternezco ante el candor y tranquilidad de los pavos, que se dejan acariciar con gusto, que expresan con sus característicos glo-glos, me enternece la elusividad de los conejos fruto de una muy asumida condición de eterna presa; me encanta la prudente curiosidad de las gallinas así como me impresiona la osadía de los gallos, que no dudan en embestirme -supongo que para impresionar a las "chicas"...- Me desarma la absoluta belleza de patos y gansos, y su marcha en perfecta fila india.¿Y los cerdos? Bueno, no pudimos contactar con ellos debido a la gripe porcina,pero sí pudimos admirar su masividad, su porte digno -¡sí, digno- así como su enorme propensión a dormir.
Y, claro, qué decir del inigualable Whitaker, un bóvido de menos de un año -el benjamín del grupo, increiblemente afectivo y juguetón, de quien sufrí una embestida llena de cariño juvenil. Nunca antes había sido objeto de un empujón más placentero.
en realidad he mezclado el 2º y el 3er día. Fue justo al final cuando tuvimos la inmensa fortuna de coincidir con una voluntaria que sí tuvo la paciencia de dejarnos interactuar con los animales cuanto quisimos y que disfrutó con nuestro disfrute. También fue ese 3er día cuando tuvimos la oportunidad -que se nos había negado el día anterior- de echar una mano en la limpieza de los establos y así tenerel placer de colaborar modestamente en ese gran proyecto.
La verdad es que la experiencia es maravillosa, única,( y lo dice quien ha viajado por medio mundo) pues te permite acceder a una realidad cuidadosamente ocultada por la sociedad actual:la de que detrás de esa carne existen unos seres maravillosos, con inmensas ganas de disfrutar de una vida exenta de explotación y de sufrimiento. El inmenso engaño orquestado por la sociedad es hacer creer que los animales "de granja" son unos entes emocionalmente amorfos, sin carácter alguno, prescindibles y sustituibles, e indiferentes sobre sus propias vidas. Me pregunto cuántos cambiarían su forma de pensar si hubieran tenido la misma experiencia que yo tuve el privilegio de vivir en ese bendito lugar