La relación actua a nivel muy primario (precisamente allí donde tenemos grabadas nuestras adicciones alimenticias y otras), casi ni se necesita cerebro
. Simplemente se relacionan unas experiencias sensoriales placenteras (visuales en el caso de las modelos, y olfato-gustativas en el caso de los que pudieron probar los perritos veganos) con el vegetarianismo, y en consecuencia, allana el camino a la hora de percibir como positivo un cambio en la dieta... lo cual, se
suma a las campañas de sensibilización y concienciación, que sí exigen hacer funcionar más al casi siempre perezoso cerebro humano.
Todo ésto muy burdamente resumido, claro está, que tampoco soy ningún experto en el tema.