2. Araña parda (Loxoceles rusfescens).
Se alimentan de insectos que cazan en su telaraña pegajosa, y pueden vivir con cierta frecuencia en las casas, sobre todo en condiciones de escasa higiene, detrás de los muebles, entre plantas, etc... Son particularmente traicioneras cuando se introducen entre la ropa. De todas formas no hay por qué alarmarse ya que en nuestro medio son poco frecuentes. Se encuentra emparentada con otra especie, la araña reclusa (Loxoceles reclusa), exclusiva de América y cuyas lesiones resultan mucho más aparatosas.
Su veneno tiene sobre todo efectos locales en la piel, dando un cuadro clínico llamado loxocelismo o aracnoidismo necrótico. Por el contrario no suele producir síntomas generales salvo en determinados individuos. Lo carácterístico son lesiones de eritema en el lugar de la picadura y zonas necróticas que con el tiempo dan lugar a úlceras.
Por lo demás el tratamiento es convencional; basta con la desinfección de la herida, la aplicación de fármacos antihistamínicos por vía oral (disminuyen la inflamación causada por el veneno) y pomadas de corticoides, aparte de la profilaxis con vacuna antitetánica. Las picaduras de Loxosceles son poco proclives a infectarse, por lo que los antibióticos no tienen sentido a menos que haya verdaderamente una infección declarada.