Parece que no me hice entender: dije que pasé una temporada en el campo-campo. Nada de lo que había allí era artificial, no era una granja ganedera ni lechera, mucho menos. Tendrían dos vacas si mucho y nunca se les suministró algo distinto al pasto que comían libremente. Me parece que aunque se diga que el consumo de productos de animal está muy arraigado, en algunos lo que está arraigado es ese discurso inflexible de que todo se debe a la modificación, a los químicos que le aplican al animal, etc, etc. Y a veces ni siquiera estamos abiertos a los discursos de otros. Siempre es más fácil tomar una postura radical y no moverse de allí, porque eso nos evita seguir pensando la situación, repetimos incansablemente los discursos y de allí no pasamos. La dialéctica es más compleja.