Vita era una gata que tenía. Cuando la ví pensé de inmediato en ese nombre, la quería muchísimo. Un día murió accidentalmente y siempre me sentiré culpable por no haber estado ese día con ella para evitarlo. Aunque tarde o temprano creo que habría ocurrido. Sólo pude abrazarla una vez muerta y para colmo no la enterré muy profundamente en la tierra del jardín que tenía y a los días mi perro la desenterró y bueno, casi me da algo. Vita era para mí tan especial...nos queríamos mucho. Siempre recordaré el día que me salvó la vida. Como cada día venía a darme los buenos días, y uno de ellos me levanté a acariciarla y a los segundos el mueble que estaba colgado justo encima de mi cabeza cayó repentinamente. La pobrecita pegó un brinco que casi llega al techo. Cada noche la llamaba y venía corriendo a estar un ratito con migo, aún recuerdo el sonido de sus pasitos bajando las escaleras. He vivido tantas cosas con ella que es imposible olvidarla. Ni puedo ni quiero, aunque me entre mucha pena al recordarla.