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Un día después de la operación, Patanegra estaba en pie. Con una cornada en la barriga casi ningún caballo sobrevive. «Al día siguiente ya estaba alerta, relinchando, con ganas de comer», dice Herrán. «Este caballo es de otro mundo». En dos semanas podría salir del hospital (no reaparecerá el 11 de junio en Bilbao, como se ha dicho). Y en dos o tres meses, volver al ruedo. Listo para otra faena.
ÉSTE ES UN ANIMAL DE OTRO MUNDO
Sedado. Patanegra tiene la mirada perdida. Ojos tristes. Muy sedado. Una auxiliar le sostiene la cabeza y lo tranquiliza mientras levantan su vendaje. Así aguanta, estoico, las curas. Lleva la crin trenzada para evitar infecciones. También hielo en los cascos traseros para prevenir la laminitis, una enfermedad que, de aparecer, podría dejarle cojo o matarlo. Y dos drenajes: uno en la raja que le abrió el toro, de casi 30 centímetros. Otro en la incisión para operarlo. Sus heridas cierran bien. Al tercer día estaban prácticamente secas, apenas inflamadas. Parece magia.
400 kilos. «Magia es lo que hicieron los anestesistas», dice el cirujano Ramón Herrán. Patanegra pesa más de 400 kilos. Tumbar a esa mole sobre su espalda no es cosa fácil. Su propio peso puede oprimirle la aorta, los pulmones o lesionar su columna. Herrán empuñó el bisturí y recurrió a la anastomosis, técnica complicada que consiste en unir lo que queda del yeyuno sano al ciego.
Antibióticos. En el hospital de caballos le administran gran cantidad de antibióticos para evitar la peor amenaza: una peritonitis que podría ser fatal. Con todo y con eso su pronóstico es muy bueno. Bebe desde el primer día. El miércoles ya paseaba algo. Empezó a comer antes de lo previsto. Cuando el sedante deja de hacer su efecto, Patanegra alza la vista bien despierto. Ojos tristes. Ve el cielo abierto en canal.
LOS TOREROS SÍ DECIDEN LIBREMENTE SU SUERTE
La misma plaza. La misma arena. El mismo peligro... Y la misma iconografía: por un lado, un caballo con la cabeza torcida por el dolor y la mirada de espanto clavada en su verdugo; por otro, un torero empalado por un cuerno hundido en su pecho y gritando su dolor al cielo. Animal y hombre. A una y otra faena la separan cinco días. Las dos en Las Ventas. Patanegra fue llevado desnudo a los pitones. Israel Lancho, el torero de la foto, fue en busca de la gloria. Está grave. Salir a la arena fue su decisión. El caballo no decidió.
Fuente: http://www.elmundo.es/suplementos/cr...243720807.html