Un mundo donde se silencie o se justifique, por muy ecológicos que sean los argumentos, el horror gratuito que causamos a otros seres (cuando es posible perfectamente sobrevivir sin causarlo), falla por la base: la ley del más fuerte acarrea tarde o temprano la destrucción.
Me parece que el vegetarianismo voluntario sitúa, por encima de la ley del más fuerte, la ley del sentimiento, que es también una ley natural. El vegetariano ya ha cambiado en su vida cotidiana ese mundo que no le gusta transformándose a sí mismo. Este sí me parece un ecologismo de largo vuelo. Ese otro "ecologismo" me parece sólo otra manera de que no se estropee el invento para seguir haciendo lo mismo.
Sólo un mundo que incorpore como valor básico el respeto a la vida de todos los seres podrá sobrevivir. Y si no ha de ser así, entonces qué importa...