Los autores y organizaciones que se oponen a las reformas “bienestaristas” consideran que dichas reformas generan ganancias más altas para las empresas donde los animales son explotados. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
Pienso que todavía hay un cierto carácter indeterminado en esa afirmación. Sin embargo, la afirmación en cuestión está lejos de ser claramente correcta. Piensa en las granjas de cría intensiva como un ejemplo que supone cerca del 95% de los animales. Los “productores” de miseria ahorran dinero en alquiler porque amontonan a los animales y no los dejan salir fuera. Ahorran dinero en mano de obra porque no prestan atención veterinaria, limpieza de las prisiones, paja, etc. Ahorran dinero en comida porque alimentan a los animales con porquerías que incluyen polvo de cemento para que ganen el 30% de peso corporal (ver el libro Animal Factories), así como excremento de animales. Ahorran dinero al no purificar el aire. Las leyes de bienestar animal pueden alentar a más personas a comprar productos de origen animal, pero no sólo mucha gente hará boicot a dichos productos en su totalidad porque se enterarán de las matanzas, y del sufrimiento inevitable, como hacer que los cerdos “tercos” se muevan a la fuerza; sino que también, las medidas que eliminen estas prácticas de granjas industriales les costarán a los productores mucho dinero. Tendrán que pagar más alquiler, criar menos animales en el proceso, y pagar más dinero por comida, calidad del aire, etc. Muchos consumidores no querrán que sus impuestos financien la ganadería, de modo que también aumentarán los costes.
Tengo reflexiones mucho más detalladas sobre estos asuntos en mi ensayo “Animal Rights Law”, y su versión abreviada (la “MIRROR PRODUCTION” disponible en mi página de internet). Los fundamentalistas que sostienen esto no parecen darse cuenta de que si sus propias leyes de “proto-derechos” fueran promulgadas (lo cual aprobaría el teórico del derecho Gary L. Francione), esto promovería incluso más autocomplacencia y consumo de productos de origen animal. Para entonces un interés animal completo podría ser protegido en lugar de sólo algún grado de un interés. Mientras más fuerte sea la medida, más autocomplacencia se produce. Por otro lado, ellos tienen tendencia a terminar en no cambiar las leyes en absoluto (como ya he discutido), y eso supone que la gente debería ser autocomplaciente con las leyes crueles tal como existen ahora, permitiendo de hecho las granjas de cría intensiva, la vivisección extrema y otras prácticas horribles.
¿Podríamos afirmar que algunas personas y organizaciones están dando más importancia a la defensa de un planteamiento teórico que a la defensa de los animales?
Puede ser. Esos fundamentalistas que se ponen del lado de Gary Francione pueden ser una parte importante de quienes tienes en mente. En el caso de la defensa de leyes animalistas, su teoría los deja fuera de juego y los hipnotiza con varios mantras que resultan en lo que llamé en mi blog “obstruccionismo”. No obstante, mi esposa, Cassandra Prince, está bastante acertada al corregirme. Ellos son muy activos haciendo todo lo que pueden para sabotear las leyes de de reducción del malestar. Me imagino que lo que estamos presenciando es más “terminar en obstruccionismo”. Entonces sí, en esos casos, en el frente legislativo el marcador es TEORÍA: 1, ANIMALES: 0. En verdad el marcador real es más bien TEORÍA: 0, ANIMALES: 0. Sin embargo, en otros aspectos dichas organizaciones promueven la educación vegana, lo cual ayuda mucho a los animales y es una de las mejores cosas que podemos hacer. Así que me parece un panorama contradictorio, con un enorme agujero muy abierto donde debería haber una forma vital de activismo legislativo, o bien respeto para otros que buscan leyes de reducción del sufrimiento. Sin embargo, tanto la acción como el respeto escasean. Debe recalcarse que las leyes de reducción del sufrimiento no son solamente por el propósito de la abolición algún día, como los fundamentalistas siempre parecen recalcar. Dicha reducción del sufrimiento es parte de hacer lo mejor para los animales que sufren bajo la opresión ahora y en un futuro cercano, mucho antes de que la abolición pueda ser alcanzada.
¿Cuáles han sido las reacciones al ensayo "Animal Rights Law: Fundamentalism versus Pragmatism"?
La respuesta ha sido extremadamente alentadora. Intento examinar los asuntos tan rigurosamente como sea posible en términos de lógica. Como consecuencia, varias personas han “cambiado de lado” o han pasado de respaldar el fundamentalismo de Francione o Dunayer a una propuesta más pragmática, convencidos de que mi razonamiento acerca de la ética y las cuestiones de efectividad tienen más sentido en la reflexión. Asimismo, para un curso de cuarto curso, “Animales y Derecho”, que impartí en la Universidad de Brock, presenté durante una semana capítulos clave del libro Rain without Thunder de Francione (sobre la estrategia del movimiento y la postura a favor de las leyes de “bienestar animal” en particular), y mi ensayo “Animal Rights Law” la semana siguiente. Hice lo imposible para que los estudiantes supieran que yo no estaba buscando adoctrinarlos, que debían sentirse cómodos para expresar cualquier opinión que tuvieran, que las conclusiones que tenían que sacar eran las suyas propias, etc. Aun así, al final de esas dos semanas pregunté si había alguien que estuviera en ese momento del lado de las opiniones de Francione. Nadie levantó la mano, pero era el tipo de grupo con cerca de veinte estudiantes en general muy maduros, que harían saber a todo el mundo si diferían. Este estudio sobre mi artículo quizá fuera demasiado lejos al afirmar que “probé” que Francione no tiene razón.
Una revista de derecho animal de la Universidad de Stanford me pidió contribuir a su primer número, basado en el trabajo, aunque me arrepiento de no haber tenido tiempo para hacerlo. Un activista de LIBERA! ha traducido parte de mi trabajo sobre derechos de los animales al español. Presenté las ideas de derecho animal en una conferencia en la Universidad de Brock y gran parte del público se identificó con ellas, incluyendo a Karen Davis de United Poultry Concerns, quien estaba ahí y públicamente expresó su aprecio por el trabajo.
Es decir, el apoyo ha sido magnífico y la oposición ha sido casi inexistente. David Langlois, que actualmente estudia un doctorado en filosofía en Harvard, dijo que escribiría una refutación de “Animal Rights Law”, pero no doy por hecho que lo haga. He visto discusiones en internet sobre estos asuntos, y los partidarios de Francione recurren de inmediato a insultar, a hablar con desdén y a ridiculizar en vez de a argumentar. Uno que intentó montar una “refutación” de mis argumentos fue completamente refutado, dado que la mayoría de sus opiniones estaban francamente basadas en un mal entendimiento de mi verdadera posición, o incluso una distorsión de ella, etiquetando mi postura de “consecuencialista”, por ejemplo. El mismo Francione está al tanto de mi trabajo pero hasta la fecha no lo ha tomado en consideración en sus escritos. Su descuido es extraordinario, porque mi trabajo emplea niveles muy altos de argumentación, y he escrito más crítica que nadie probablemente de sus posturas en esta materia. En contraste con mis muchos avances lógicos contra las teorías de Francione, nadie en mi leal oposición ha hecho mucho por poner una sola mella lógica en nada en absoluto en los argumentos de “Animal Rights Law”, y eso es alentador, dado que el trabajo fue publicado hace un año. Por tanto, en general la respuesta ha sido extremadamente positiva en mi opinión.
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