El gusto por el poder siempre ha estado relacionado con la riqueza, es evidente, y con actividades como la caza donde pueden aliviar esa necesidad sádica de gozar con el uso arbitrario de vidas ajenas. Todo este cóctel que parece de lo más normal e incluso se relaciona con el éxito social, no es otra cosa más que el reflejo de un fracaso personal. Es muy triste pero así es, desde el mismo momento en que hay personas con necesidades de dependencia sado-masoquistas y son esas relaciones las que definen el carácter de una sociedad, algo no marcha bien. La verdadera personalidad es la que es capaz de prescindir de cualquier tipo de psicodependencia, esas personalidades pasan sin embargo bastante desapercibidas mal que nos pese.