El argumento ese de las plantas me recuerda una conversación de hace años en una comida familiar. Cuando yo comía carne, había ciertos animales que evitaba como los que yo llamo bebés (cochinillo y lechazo), la caza, etc. Eran mis primeros pasos hacia esto.
Pues bien, alguien dijo en esa comida que las ancas de rana son un manjar exquisito. Yo dije que no pensaba comerlas jamás, que el sistema para obtenerlas es capturar a la rana y arrancarle las patas mientras está viva.
Respuesta entre risas generales: "¿El pollo que te comes no lo matan acaso?"
-"Sí, pero no le arrancan los muslos mientras está vivo"
-"Eso son tonterías, si aceptas que se mate un pollo lo mismo una rana, la maten como la maten, además menos pamplinas, las ancas están cojonudas y no importa como las obtengan".
Y mejor te callas, porque si bien es cierto que matar un pollo es muy cruel, lo de las ranas ya es el colmo.
Total, yo siempre he sido la loca de Susana, que no es normal lo que hace ni como piensa. Siempre hice cosas raras, desde niña, como llorar por los ratones atrapados en la ratonera; enfurecerme porque alguien ahogaba una camada de gatitos o perritos recién nacidos, o alterarme porque mi padre cazaba pajaritos y mi madre pisaba a todo "bicho" que se le cruzaba en su camino, no importaba que fuera inofensivo, era un bicho y ella lo pisaba.
De hecho el domingo alardeaba de su record de pisar más de 150 caracoles en un día...
Y la rara soy yo... manda h...