Cuando, hacia 1990, empecé a involucrarme en los derechos animales, preguntar "¿hasta donde es esto vegano?" tenía una respuesta sencilla: o algo es vegano o no lo es. La forma de saberlo era comparando los ingredientes de cada producto con las listas de todos los productos animales. Esta lista llegó a ser finalmente un libro, Ingredientes Animales de la A a la Z, que durante años fue el libro de mayor éxito de ventas en vegan.com.
Este sencillo método para definir "bueno" y "malo" atrajo a muchos de nosotros porque era muy directo. Pero incuso antes de que la lista empezara a crecer hasta el grado de enciclopedia, ya resultaba inconsistente. La producción de miel mata a algunos insectos, pero lo mismo ocurre al conducir (y a veces incluso al andar). Muchos jabones contienen ácido esteárico, pero las llantas de los coches y las bicicletas contienen productos animales semejantes. Algunos azúcares son procesados con hueso carbonizado, pero también lo es mucha del agua municipal. Y al añadir "no testado en animales" a la definición de vegano, se le sumó un nuevo nivel de complejidad.
No obstante, renunciar a reglas tipo “blanco o negro”, puede resultar difícil. A lo largo de los años, se han ido añadiendo "excepciones”, definiciones de "necesidad," o reivindicaciones de "intención" para apartar ese enfoque de lista-de-ropa-para-lavar. Pero tratar de obtener una definición dura de lo que es "vegano" es, a fin de cuentas, algo arbitrario. Incluso la producción de verduras orgánicas hiere y mata animales durante el proceso de siembra, cosecha, y transporte.
Por supuesto, todos podríamos “no hacer ningún daño" suicidándonos y permitiendo que nuestros cuerpos se descompusieran en el bosque. Pero aparte de esto, el mejor camino es dar un paso atrás y reconsiderar por qué motivo nos importa realmente si algo es o no vegano.
La pregunta "¿hasta dónde es esto vegano?" es importante porque la matanza de animales para alimentarnos es, de lejos, la mayor causa de sufrimiento en la actualidad, tanto en términos numéricos como a nivel de la crueldad infligida.
Las cifras
Cada año, en los EE.UU. se cría y se mata para alimentarnos un número de animales inmensamente mayor que cualquier otra forma de explotación. Noventa y nueve de cada 100 animales sacrificados anualmente en los EE.UU. lo son para el consumo humano. Esto representa diez mil millones de animales, más individuos que toda la población humana en la Tierra.
El sufrimiento
Los animales criados para alimentarnos soportan un sufrimiento descomunal. Quizás la mayor dificultad a la hora de defender a estos animales sea tratar de describir lo indescriptible: el hacinamiento y la reclusión, el hedor, el griterío, el frío y el calor extremos, los ataques e incluso el canibalismo, el hambre y la inanición, la enfermedad… el horror de todos los días de sus vidas. Verdaderamente, cientos de millones de animales -múltiples veces el número total de animales muertos por su piel, en refugios, y en laboratorios- ni siquiera llegan al matadero. De hecho, mueren de sufrimiento.
Una defensa eficaz
Sabiendo todo esto, lo relevante para las personas consideradas y compasivas no es “¿Es esto vegano?”, sino que lo importante es preguntarse: “¿Qué opción nos conduce a un menor sufrimiento?” No debemos guiarnos por una interminable lista de ingredientes, sino que debemos hacer todo lo que podamos para acabar con la crueldad hacia los animales. El veganismo es importante, no como fin en sí mismo, sino como una poderosa herramienta con la que oponernos a los horrores de las granjas de cría intensiva y los mataderos industriales.
Esto hace que la discusión se aleje de encontrar una definición o evitar un determinado producto, adentrándola en el terreno del apoyo efectivo. Es decir, el foco no es tanto nuestras creencias personales ni nuestras elecciones específicas, sino los animales y su sufrimiento.
Si creemos que ser vegano es importante, ser un defensor eficaz de los animales debería ser visto como algo aún más importante. El impacto de nuestro veganismo individual - varios cientos de animales en el curso de una vida - palidece en comparación a lo que potencialmente podemos lograr con nuestro ejemplo. ¡Por cada persona impulsada a cambiar sus hábitos, nuestro impacto en el mundo se multiplica!
Por el contrario, llevar a pensar a una persona que el veganismo supone una demanda excesiva, obsesionándonos con una lista creciente de ingredientes, es peor que no hacer nada: con ello estamos ahuyentando a alguien que podría haber representado una verdadera diferencia para los animales si no se hubiera topado con nosotros. Actualmente, la inmensa mayoría de personas en nuestra sociedad no tiene ningún problema en comerse un muslo de pollo. No es de sorprender que mucha gente considere a los veganos poco razonables e irracionales cuando nuestro ejemplo incluye interrogatorios a los camareros, no comer hamburguesas vegetales si han sido cocinadas en la misma parrilla con carne, no hacer fotografías ni tomar medicamentos, etc.
En vez de emplear nuestros limitados recursos y tiempo en preocuparnos de cosas marginales (azúcar de caña, rollos fotográficos, medicamentos, etc.), nuestro foco debería estar puesto en aumentar nuestro impacto cada día. Ayudar a que una sola persona cambie evita que cientos de animales sufran en las granjas de cría intensiva. Si escogemos promover una alimentación compasiva, cada persona que encontramos se convierte en una potencial victoria.
Preguntas difíciles y resultados
Es cierto que esta visión del veganismo basada en sus resultados no es tan directa como consultar una lista. Pueden surgir inquietudes sobre cómo distribuir nuestros recursos, planteándonos preguntas como éstas: ¿debo molestarme en pedir una lista de ingredientes con mis amigos y familiares no veganos, arriesgándome así a presentar el veganismo como algo ridículo e imposible? ¿Cómo debería emplear o donar mi dinero y mi tiempo limitados?
Las situaciones son sutiles y las oportunidades únicas, de modo que no puede haber respuestas fijas. Pero si nuestras decisiones se guían por un deseo de alcanzar el mayor bien, cada uno de nosotros tiene un enorme potencial para generar el cambio.
No basta con ser un vegano recto, ni siquiera con ser un aplicado y bien informado defensor del veganismo. Los animales no necesitan que tengamos la razón, lo que necesitan es que seamos eficaces. En otras palabras, lo que nos interesa no es ganar una discusión con un carnívoro, sino hacer que los corazones y las mentes de la gente se abran a un estilo de vida más compasivo.
Para lograrlo, debemos ser lo contrario al estereotipo vegano. A pesar del dolor y el agravio que con toda justicia sentimos por las crueldades que los animales sufren, debemos esforzarnos por ser lo que otros quieren ser: individuos alegres y respetuosos, cuyas vidas plenas son una inspiración para los demás. Sólo entonces podremos dar lo mejor por los animales.
Traducción: Alicía Martín Melero
Fuente: ¿Hasta donde vegano?
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