Cuando hablamos de comunidades autosuficientes no estamos pensando necesariamente en un grupito de personas que se dedican a cultivar huertos y a fabricar cosas artesanalmente, mientras viven de forma sencilla y natural, tal como se hace en una ecoaldea o una granja.
Es cierto que, hasta el día de hoy, las únicas comunidades autosuficientes que han existido son de ese tipo, y están constituidas, bien por bandas de cazadores-recolectores nómadas, bien por aldeas pequeñas y más o menos aisladas. Se trata de sociedades igualitarias, basadas en el parentesco y la vida comunitaria, de tecnología muy sencilla y economía de subsistencia.
A estas comunidades autosuficientes las llamamos de tipo 1, por ser las únicas comunidades autosuficientes reales o históricas que han existido. Pero nosotros no estamos pensando en las comunidades autosuficientes de tipo 1, pues no se puede retroceder al pasado (...).
Nosotros no pensamos en las comunidades autosuficientes de tipo 1, sino en aquellas otras que llamamos de tipo 2 y de tipo 3.
Para entendernos, las comunidades autosuficientes de tipo 3 son las que existirán dentro de un siglo, altamente tecnificadas, sustentadas por la nanotecnología, la biotecnología y la inteligencia artificial. Funcionarán prácticamente solas y producirán de forma limpia y sostenible todos los alimentos, energía y materiales necesarios para el sostenimiento de una comunidad en cualquier lugar de la Tierra o del Espacio, ya sea en un desierto, en la Luna o en Marte...
Por poner un ejemplo, se producirán alimentos programando a las bacterias, se extraerá energía fotón a fotón de la radiación solar, se crearán átomos artificiales imitando cualquier configuración electrónica, etc, etc... Todos los recursos podrán extraerse en la cantidad en que se quieran, de una forma gratuita y limpia. Esto no será algo milagroso, no se violará ningún principio de la física, pero sí que seremos capaces de extraer esos recursos de los elementos más básicos y simples, que abundan por todas partes. Así, al obtener alimentos de los microbios, lo haremos sin dependencia de suelo, plantas o animales; al obtener los materiales de los propios átomos, transformando unos en otros, no dependeremos ya de las minas y los yacimientos; y la energía se obtendrá igualmente de las partículas más elementales. No se trata de obtener cosas de la nada, porque eso es imposible, pero las obtendremos a partir de materias primas y energía que serán tan abundantes, y que estarán tan a mano, que no supondrán para nosotros ningún tipo de coste, ni económico ni ecológico.
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