Al principio debo reconocer que me daba tentaciones, más que un plato concreto, el olor a pescados que se huele en el barrio de pescadores de mi pueblo a ciertas horas...
Actualmente la mayor parte de olores de platos con animal, sinceramente, me produce entre indiferencia y nauseas. La idea de tener que comer algo así tambien.
Quizà es el poder de la autosugestión, no lo niego, pero ya no tengo "tentaciones".