Pues siento mucho el mal trago, Silvimiau. Estas malas experiencias en cenas se van repitiendo regularmente, y es que es ya habitual que algún canalla se empeñe en amargarnos la sesión. Y tiene cuyons que nosotros tengamos que estar calladitos para no herir sensibilidades y hacerles sentir culpables, mientras ellos se lanzan a degüello.Y, el colmo, se nos exige que guardemos la compostura. ¿No es alucinante? Pues no me digáis que ante estos provocadores babosos no cabe montar el perifostio y que la cenita de marras acabe como el rosario de la aurora...es que se lo merecen. Pero no, si respondemos, somos extremistas y aguafiestas; hay que poner sonrisa forzada y aguantar estoicamente la lluvia de chanzas y befas.
¡Por favor!