Lo primero que se me viene a la cabeza es... la cantidad de cerdos (de vidas) sacrificadas para nada. Se los coman o no se los coman sabemos que igualmente y desde una perspectiva ética, sus vidas han sido la expresión de una total amoralidad, pero no puedo dejar de pensar... si bien estos humanos carnívoros se creen que es necesaria la carne para vivir, ¿sentirán por lo menos un poco de lástima por esos cerdos que ni siquiera han servido a su alimentación o, por el contrario, seguirán pensando exclusivamente en términos de productividad cárnica y en si deben preocuparse por los últimos tocinetes que se han papeado? Si es así, y creo que así lo es, el problema cala más hondo del debate de la necesidad de la carne para vivir. Hay un bache todavía más gordo y en casos como este no deja lugar a dudas; el del respeto hacia los animales o hacia la vida de otros seres subordinado a los intereses productivos. Un mal muy común que manifiesta un falso orden bajo el que nuestro mundo se pudre poco a poco.